sábado, 27 de diciembre de 2008

La caverna mexicana.


La caverna mexicana.

Ensayo final de Aldo Jorge Giordano para clase de
Platón de Adalberto

Jr-Art

El presente ensayo propone plantear contrapuestamente la analogía de la caverna de Platón enfocada de una manera ética, tendiendo a llevar a la gente encerrada fuera de la caverna para que sea capaz de apreciar y mirar directamente la idea del bien, con el planteamiento propuesto por Octavio Paz acerca de cómo el mexicano ve la figura del “chingón”. En éste texto proponemos esa figura expuesta por el Nobel mexicano como el principio de una forma de caverna en la que el mexicano se encuentra encerrado y haremos varias comparativas con la analogía del ateniense para su más clara exposición.


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Comenzaremos ahondando en la alegoría de la caverna que plantea el fundador de la Academia ateniense; ésta, como su nombre lo indica, hace alusión a un lugar subterráneo en el cual se encuentran encerrados y encadenados de pies y cuello un grupo de prisioneros que ahí nacieron y jamás han tenido la oportunidad de salir de ésta. Las cadenas que sostienen sus cuellos los obligan a siempre estar viendo hacia la pared en el fondo de la caverna; en esta pared son proyectadas sombras que son producidas por gente que ellos no ven, puesto que no pueden voltear la mirada de la pared, cargando figuras de madera o piedra con formas de hombres y animales sobre sus cabezas y a veces hablando entre ellos, alumbradas las figuras por una fogata que se encuentra atrás de todos ellos. Más allá de la fogata sólo queda una escarpada subida para llegar a la salida de este subterráneo lugar por dónde entra también la luz del sol.
Lo más relevante hasta este punto de la analogía es la consideración que los sujetos cautivos en dicha caverna no conocen otro tipo de espacio, puesto que nunca han tenido la oportunidad de observar uno diferente, y esto provoca en su percepción, caer en la errónea creencia que su estado de vida es el único y verdadero; esas borrosas sombras y lejanos ecos son considerados por ellos como la realidad tangible y verdadera del mundo. Se creerán poseedores de conocimientos reales por la costumbre de la cotidianeidad llegando a pensar que las sombras que ellos ven son las cosas como existen en realidad, que las voces de las personas que cargan las figuras provienen de las sombras que son proyectadas sin poder darse cuenta que son sólo sombras lo que ellos ven y la realidad de dichas cosas es la existencia de esas figuras hechas de madera o piedra y que los ecos que escuchan no vienen de las ya mencionadas proyecciones, sino de la gente que carga y mueve las figuras para que sean proyectadas dichas sombras. Dicho sea de paso, hay que tomar en cuenta que estando siempre los mismos sujetos en el mismo lugar sin conocimientos diferentes, sus opiniones van a ser bastante similares, no obstante, entre ellos habrá unos que tengan mejor memoria y capacidades asimilativas diferentes que otros, provocando que éstos adivinen más rápido el orden de la sucesión de las sombras así como sus formas, haciendo que se les considere superiores a los demás.
Hay que considerar ahora que uno de los prisioneros es liberado de las cadenas que lo someten a la ignorancia, puede moverse hasta la parte donde está el fuego y le son mostradas las figuras reales cuyas sombras él toda su vida anterior a ese momento ha estado viendo proyectadas en la pared, en adición a obligarle a contestar preguntas respecto a sus ahora más amplias percepciones; Platón plantea la cuestión de qué le parecerá más real a dicho sujeto con las siguientes preguntas: “¿. . .qué respondería si se le dijese que lo que había visto antes son fruslerías y que ahora en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y qué mira correctamente?. . .¿(. . .) considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora? ”
Evidentemente tras cada uno de nosotros haberlo comprobado en el transcurso de nuestro método de aprendizaje vivencial, desde nuestros primeros recuerdos hasta el presente, no nos es difícil percatarnos que la costumbre y la repetición de fenómenos, puerilmente nos llevan a tomarlos como verdades absolutas que al momento de ser destruidas tanto por alguien más como por nosotros mismos, surge un periodo de negación de los hechos seguido de un análisis introspectivo que de representar un crecimiento intelectual, devendrá en la aceptación y asimilación de la nueva verdad personal. Es por esto que podemos entender que al prisionero antes mencionado probablemente le sea bastante complicado el aceptar que todo lo que él antes creía, es en realidad un error y es falso, y por el contrario, lo recién mostrado es hasta cierto punto inapelablemente verdadero.
A continuación, Platón siguiendo con la analogía, plantea como posibilidad que al llevar por uso de fuerza al antes mencionado prisionero por la escarpada subida hacia la salida de la caverna, éste se sienta bastante irritado por no poder resistirse al poder que está siendo ejercido sobre él y que se manifiesta en un intenso dolor en sus ojos por pasar a un lugar ciertamente mucho más iluminado que donde ha pasado toda su vida. Propone el autor que al salir de la caverna, el antes prisionero no será capaz de ver nada como en realidad es e intentará regresar a su pasado dónde gracias a la costumbre podía ver y entender las cosas con claridad a pesar de la obscuridad en la que estaba sumergido. El autor menciona al respecto: “y si se le forzara a mirar hacia la luz misma ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son en realidad más claras que las que se le muestran?” Al igual que antes, sería un asunto de costumbre lo que le permitirá al antes prisionero poder mirar las cosas; empezaría éste por ver las sombras, luego las imágenes de hombres y cualesquiera otros objetos reflejados en el agua seguido de la capacidad de ver esos objetos y a los hombres mismos tal como son. Por la noche podría observar en el cielo la luz de las estrellas y la luna con un considerable menor esfuerzo que el sol y su luz durante el día. Tras seguir ese proceso, llegaría finalmente a tener la capacidad de ver el sol durante el día para poder estudiarlo y así comprender que de cierto modo es éste no sólo el causante de lo que él y sus antiguos compañeros de la caverna veían, sino que podría concluir que es éste el que reina sobre lo visible y es productor de las estaciones climáticas y el marcador del pasar de los años.
Ahora bien, la parte final de la presente analogía se centra en tratar la problemática que representaría el regresar de este sujeto a su antigua morada junto con sus respectivos compañeros. Primeramente lo más probable es que el prisionero no esté de acuerdo en volver, el autor nos invita a suponer que no tiene otra opción para plantearnos que al regresar a la caverna sucederá lo mismo que cuando salió; su vista se encontrará ofuscada por los fuertes cambios de iluminación. Al regresar a su antigua condición encontrará carentes de sentido las perspectivas de la realidad de sus compañeros gracias al conocimiento del cual ahora tiene posesión y haciendo que sus opiniones disten bastante de las de los demás; sus compañeros creerían que su asenso a los más altos niveles sólo le produjo un malfuncionamiento ocular alentándose ellos mismos a no intentar ese camino, y si el antes libre sujeto intentara contradecirlos en orden de ampliar su visión de la realidad con las mejores intenciones de ayudarlos, no les bastaría con burlarse de él y considerarlo un loco, sino que si éste llegara a intentar liberarlos y tratar de acercarlos a la verdad, y en las manos de estos estuviera la decisión, probablemente lo matarían. Platón nos dice: “y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?”
Consideramos pertinente, antes de dar paso a las ideas que Platón asociaba con la ya expuesta analogía de la caverna, hacer mención de algunas salvedades del pensamiento platónico previo a la presente analogía. Partiendo de uno de los pilares de la ética socrática, la unidad de la virtud, ésta aparece en el pensamiento platónico como el objeto supremo de estudio; una virtud que está por encima de todas las demás, no dejando de lado a la justicia, la valentía o la templanza, es inexplicable, y sin embargo, el resto de las virtudes tienden asintóticamente hacia ésta. En palabras de su autor: “la Idea del Bien es el objeto del estudio supremo, a partir de la cual todas las cosas se vuelven útiles y valiosas” cabe subrayar que es menester primordial no confundir ésta con algo caprichoso como la mera satisfacción del placer; el autor de la República especifica: “En todo caso sabes que a la mayoría le parece que el Bien es el placer, mientras que a los más exquisitos la inteligencia.” Por otro lado, es pertinente recordar que este filósofo dice que todas las formas parten de ideas eternas que se encuentran fuera de este mundo pero que podemos llegar a conocer; haciendo un burdo ejemplo podemos decir que una mesa es una mesa ya que sale de la idea de lo que es una mesa en sí, del mismo modos existe así la idea de lo Bello en sí y de lo Bueno en sí, siendo esta última la superior entre todas. Cabe destacar como dice el autor: “por su parte, las Ideas son pensadas, más no vistas” lo que nos lleva de una manera fluida a exponer que Platón más que tratar de dar descripciones o definiciones de lo que es el Bien en sí, nos habla de un vástago o hijo análogo del Bien; lo comparará con la visión del ser humano en tanto que las cosas por si solas y los órganos de los ojos no son lo que basta para que ésta se pueda dar, hace falta lo comúnmente llamado ‘luz’, y lo que brinda la luz es el sol. Al respecto comenta: “el sol no es la vista pero, al ser su causa, es visto por esta misma (…) de este modo, lo que en el ámbito inteligible es el Bien respecto de la inteligencia y de lo que se intelige, esto es el sol en el ámbito de lo visible respecto de la vista y de lo que se ve,”
Dicho de otro modo, en el mundo material con la luz del sol las cosas se pueden ver nítidas y claras mientras que con la luz de la luna es más difícil distinguir y apreciar los objetos; tocante al alma, con la ‘Ideal del Bien’ asimilada, vista o contemplada, las cosas se pueden entender y aprender pareciendo haber inteligencia, mientras que sin ésta, todo se obscurece y no se pueden obtener más que opiniones. Platón dice: “es correcto pensar que ambas cosas, la verdad y la ciencia, son afines al Bien, pero sería equivocado pensar que una u otra fueran el Bien, ya que la condición del Bien es mucho más digna de estima.” Posteriormente hace otra comparación con el sol y la idea del Bien, nos dice que el sol no sólo hace que las cosas se vean, sino que las alimenta y las hace crecer, del mismo modo que la idea del Bien con las cosas cognoscibles: “les viene del Bien no solo el ser conocidas, sino también de él les llega el existir y la esencia, aunque el Bien no sea esencia, sino algo que se eleva más allá de la esencia en cuanto a dignidad y a potencia.”
Continuando con la tradición de comparar lo conocible con lo visual, Platón también expone la idea de una línea dividida en cuatro partes para explicar el universo de lo visible. Dicha línea tiene dos grandes divisiones, por un lado lo visible y por otro lo inteligible; lo visible a su vez está dividido en imágenes, constituidas por sombras y reflejos en agua y otros materiales, y objetos naturales y artificiales, de los que forman parte los seres vivos y toda la naturaleza. En el lado de lo inteligible se divide en formas geométricas, donde se encuentran el estudio de la geometría y los volúmenes, y las formas como tal, donde tienen cabida las formas de las virtudes; al final de ésta línea, después de la división de las formas como tal, se encuentra la Idea del Bien. Cabe hacer la salvedad de que la división principal de lo visible estaría fundamentada en la opinión, mientras que la de lo inteligible en la ciencia; es por esto también que este discípulo de Sócrates plantea esta línea como un asenso ascético por el cual se debe hacer pasar a los ciudadanos en orden de que tal vez puedan así llegar a ver la Idea del Bien.
Volviendo ahora con lo que empezamos, este asenso ascético vendría a ser el asenso por la escarpada pendiente que llega a la salida de la caverna, estar en el interior de la caverna es el equivalente al mundo tangible que puede ser observado con los globos oculares, salir de la caverna y ver las cosas bajo la luz del sol claramente como son, representaría el ver las formas como tales y finalmente poder ver el sol directamente aunque sea por unos instantes, equivaldría a ver la Idea del Bien. Así mismo, el individuo que se liberó y salió logrando ver el sol, sería el filósofo que alcanza los más altos niveles de conocimiento tras largos años de estudio que están representados también por la línea, en tanto que proceso ascético, y sus antiguos compañeros de caverna son el símil del pueblo sumergido en la ignorancia. El fundador de la Academia plantea de este modo también el papel del filósofo que va a ser siempre incomprendido por la gente de las cavernas pero aún así va a tratar de sacar a todos de ellas para que puedan conocer la luz solar; porque como el autor dice:
“Una vez percibida ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y protectora de la verdad y la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para obrar con sabiduría. . .”
Ahora daremos un enorme salto en cuanto a lugar y tiempo adentrándonos en el pueblo mexicano para ver como éste tiene su propia caverna con sus particularidades basándonos en la exposición que hace Octavio Paz del concepto que el mexicano tiene como “chingón”. El Nobel mexicano empieza su análisis por raíz de la historia del vocablo previamente mencionado, sin dejar de lado que ese análisis histórico es simplista como explicación; nos habla del pasado durante la conquista del pueblo Azteca ante los españoles que dejó al pueblo huérfano, los dioses indígenas fracasaron, el pueblo sufrido y desamparado encontró un refugio en la benevolencia de una madre traída para la asimilación de una nueva religión (la Virgen de Guadalupe), cambió del politeísmo al catolicismo, aunado a la historia de la Malinche la cual por voluntad propia se entrega a H. Cortés y cuando deja de ser útil para éste la deshecha; así nace “la Chingada” la mitificación de la madre no física a la cual burlaron, y con esto, la figura varonil, activa y hermética, que es el burlador.
Podemos entender que un pueblo que vivió el sometimiento tanto tiempo y de modos tan diversos haya sido influenciado por esto, sobre todo insertándosele un aire de inferioridad lleno de inseguridades que, como veremos más adelante, si bien ayudan a entender algunos comportamientos actuales, no brindan respuestas al problema, ya que la solución a éste debe empezar a trabajarse individualmente. Volviendo al vocablo, éste se convirtió en verbo, y no obstante su pluralidad de significados, siempre está presente la agresividad en él. Paz comenta: “El verbo denota violencia, salir de sí mismo y penetrar por la fuerza en otro.” Creemos que el pueblo mexicano aunque rico en historia antigua, es pobre en historia actual, esto en tanto que la sociedad independiente viendo por sí misma, es aún muy joven; el pueblo que durante siglos sufrió abusos de poder violentos, se logra emancipar convirtiéndose ahora él en el señor de la casa teniendo aún una intelectualidad pueril. Esto quiere decir que como estuvieron mucho tiempo abusando de él, ahora él quiere estar del otro lado para experimentar el lado opuesto, sin embargo su puerilidad no le deja sentir empatía por los que son abusados por él mismo y sólo busca reafirmarse él mismo, su poder para refugiarse en éste de sus inseguridades, enviciándose.
De esta situación deviene también la figura del “macho”, O.P. nos dice: “El verbo chingar indica el triunfo de lo cerrado, del macho, del fuerte, sobre lo abierto.” Así se subraya una dicotomía también un tanto pueril, se está cerrado o se está abierto, se es fuerte o se es débil, se es hombre o se es mujer, se chinga a uno o se lo chingan a uno; el autor nos dice: “Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender.” Fácilmente puede esto ser visto como una máscara, un disfraz para despistar al enemigo, tanto al externo como al interno, y así olvidarse del problema real, una evasión tan simple como el embrutecimiento en el que se sumerge el pueblo con el abuso en el consumo de bebidas alcohólicas en las numerosas festividades anuales para huir de sí mismos, y en su inconsciencia, caer en el falso infinito de creer encontrarse.

Como todo lo relevante a las actividades humanas, hay demasiados aspectos involucrados en las relaciones que entran en juego para determinar problemáticas y propuestas de solución; uno de estos un tanto irónico es que la mujer mexicana fue parte afianzadora del papel del “macho”; esto quiere decir que la ceguera de su miedo, provocado por los mismos años de abuso ya antes mencionados, la llevó a buscar refugio y protección fuera de sí; siendo lo primero que encontró la figura del “macho” que era fuerte y varonil, la adoptó y fomentó creyendo que estaba segura sin poder percatarse, más temprano que tarde, que el poder carente de ética de ese personaje, se tornaría en su contra y la convertiría en su objeto de abuso cotidiano. Creemos que esto fue propicio para dar inicio a una relación co-dependiente dentro de un círculo vicioso es el que el miedo que ambos padecen de enfrentar su realidad a sí mismos ofusca su visión de la verdad manteniéndolos encerrados en sus falsos infinitos. El autor nos dice: “en un mundo de chingones, de relaciones duras, presididas por la violencia y el recelo, en el que nadie se abre ni se raja y todos quieren chingar, las ideas y el trabajo cuentan poco. Lo único que vale es la hombría, el valor personal, capaz de imponerse.”
Pude verse ahí claramente una malinterpretación del concepto de ‘libre albedrío’ en la cual el mexicano piensa que éste significa: cada quien es libre de hacer lo que quiera, en lugar de entender que en realidad significa: cada quien es libre de creer en lo que hace. Paz hace mención: “El ‘Macho’ es el Gran Chingón. Una palabra resume la agresividad, impasibilidad, invulnerabilidad, uso descarnado de la violencia y demás atributos de ‘macho’: poder. La fuerza, pero desligada de toda noción de orden: el poder arbitrario, la voluntad sin freno y sin cauce.” Vemos la posibilidad de catalogar los fundamentos de este tipo de comportamiento, primero como una enorme falta de ética, en tanto que auto control y cuidado de sí colectivo se convierta en cuidado de todos empezando por uno mismo, sin embargo ésta carencia ética estaría a su vez fundamentada en el estado de minoría de edad intelectual del pueblo que no le permite tomar plena consciencia y responsabilidad de sí.
No hay que olvidar que la reflexión del Nobel mexicano antes citado fue hecha hace casi sesenta años y aún así en varios puntos sigue siendo bastante acertada; hoy en día notamos como lo antes expuesto acerca de la actitud del “macho” y del “chingón” se manifiesta ampliamente en el hambre de poder de los profesionales en los negocios públicos de nuestro país, los cuales en su gran mayoría no merecen ser llamados políticos, que encerrados en una caverna de inseguridades, egoísmo e indiferencia, no logran comprender que deberían estar desempeñando una labor pública enfocada al desarrollo de nuestra sociedad por medio de fomentar el proceso de asenso ascético que permita al pueblo salir de la oscura caverna a recibir la luz solar y así aspirar a una actitud que tienda hacia la búsqueda de la Idea del Bien. El pueblo mexicano (nos referimos a todos los mexicanos) ha empezado a hablar de querer un cambio desde hace algunos años; sin embargo como están dentro de la caverna, primero no se dan cuenta de que están ahí dentro, después creen que alguien debe tarde o temprano inventar un remedio mágico que solucionará todos los problemas del país, también creen que ellos actuando siempre de la misma forma van a obtener, por alguna razón no conocida o tal vez por obra del Espíritu Santo, resultados diferentes a los pasados, y finalmente no poseen el conocimiento que le ha brindado la historia a sociedades más viejas y maduras que la nuestra, las cuales saben que para que se dé un cambio como el que gran parte del pueblo espera, es necesario una experiencia límite, un golpe en exceso fuerte que nos haga rompernos y tocar fondo para autodestruirnos y así poder renacer más fuertes. Cabe destacar que en realidad, a pesar de que digan lo contrario, nadie quiere dicho cambio puesto que implica un gran esfuerzo en conjunto, unidos como país, el cual nadie está dispuesto a realizar; dentro de nuestra caverna nos gusta gritar, pero de ella no nos interesa escapar, con nuestra gran carencia de humildad, no lograremos a la necedad erradicar, y si no abandonamos el hambre de poder, nunca introduciremos el hambre de crecer y aprender.
Podemos concluir, a pesar de la brevedad y poca profundidad de este texto, que es la falta, de la deseada por Platón, capacidad del pueblo de tener una visión panóptica acerca de su entorno lo que mantiene al mexicano en la caverna del “chingón”; éste ve su realidad de una manera muy estrecha la cual lo lleva a creer que no respetando las reglas, a los demás y a sí mismo, es mejor, más inteligente y más capaz que los demás. Es por esto que siempre cae en el falso infinito de poner su felicidad como una recompensa a su esfuerzo, en lugar de darse cuenta que la felicidad es inherente al esfuerzo realizado; sufre una escisión entre su ‘yo’ intelectual emocional y su ‘yo’ intelectual laboral, en tanto que se sienten ajenos al lugar que ocupan en la sociedad, lo desprecian y lo ridiculizan porque sienten que no es parte ellos, por el simple hecho de realizar un papel que es necesario para el funcionamiento de la sociedad, creen que están sometidos y buscan entonces ser ellos en su yo intelectual emocional, lo que comúnmente llaman su yo de verdad (el que va a fiestas, se emborracha, y es “libre”). He aquí el quid de la caverna del mexicano, se desvalorizan a sí mismos en la función que desempeñan debido a sus inseguridades, deviniendo esto en una falsa búsqueda de progreso que los lleva a creer que obtienen éste último esforzándose menos que el que está al lado, haciendo lo mismo pero más fácil, convirtiéndose en un país de “chingones”. Cabe hacer la salvedad que a diferencia de la caverna expuesta primero, en ésta los prisioneros en lugar de estar encadenados viendo sombras, están picando piedra sin saber por qué, siguiendo el mandato de un vecino del norte que nos ‘regala’ sus sobras y nosotros felices nos las comemos.
Bibliografía
Platón, República, tr. Conrado Eggers Lan, Madrid, GREDOS, 502pp.
Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad, México, FCE, 351pp.

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