martes, 30 de diciembre de 2008

Individualidad: Libertad a través de la autorreflexión y la autoconciencia.

““esta es la patria de los mil botes de colores”, me dije. Teníais pintados la cara y el cuerpo, hombres del presente, con cincuenta chafarrinones, y me asombré de veros así, ahí sentados. Estabais rodeados de mil espejos que halagaban y copiaban vuestros chillones colorines. No habríais podido elegir, hombres del presente, mejor careta que vuestra cara ¿Quién hubiera podido reconocer? Estáis pintarrajeados con los signos del pasado, y sobre ellos embadurnados otros…
…En vuestro espíritu parlotean todas las épocas, pero todos los sueños y el parloteo de todas las épocas han sido más reales que vuestra vigilia. Sois estériles, por eso os falta la fe; pero el que tuvo que crear también tuvo sueños proféticos y sus signos estelares: creía en la fe.”[1]


Desde el momento en que nacemos en el seno de una sociedad estamos condicionados por la cultura en la cual nos desarrollamos a través de los años y de la cual formaremos parte posteriormente. Desde niños, cuando bebés, todavía con una conciencia pasiva, comenzamos a aprender por medio de imitación.
Esto lo podemos ver en los bebés que imitan los sonidos más sencillos y que escuchan con mayor frecuencia en su entorno; como por ejemplo a los padres repitiéndole sin cesar “ma-má, pa-pá” y el niño termina por repetir ese sonido sin saber el significado real de esas palabras.
El ser humano, por su complexión de especie, no podría sobrevivir sino con base en los principios que aprende de otros seres humanos. Desde que somos pequeños se nos proporciona el alimento hasta una edad relativamente avanzada en comparación con otros animales que obtienen su alimento por ellos mismos a los pocos meses e incluso a los pocos días de nacidos. Si el ser humano es abandonado fuera de los marcos de la cultura, abandonado a la intemperie sin ningún conocimiento de supervivencia perecería.
El ser humano necesita aprender a sobrevivir por medio de otros seres humanos.

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Este estado de sociabilidad que ayuda a nuestra preservación también cobra un precio alto ya que dentro de los grupos de seres humanos, como todos sabemos, al pertenecer uno, hay ciertas normas y ciertas instituciones que van a condicionar nuestra conducta limitando nuestra libertad de manera directa o indirecta. Esto lo analizaremos a continuación.

Como individuos tenemos la necesidad de pertenencia y hay que aclarar que no podríamos considerar esta necesidad de sociabilidad como un condicionamiento de nuestra libertad puesto que sería como condenar al rojo por ser rojo.
Para eso hay que tener presente la diferencia entre naturaleza y cultura.

“Supongamos pues que todo lo que es universal, en el hombre, deriva del orden de la naturaleza y se caracteriza por su espontaneidad, que todo lo que está sujeto a una norma pertenece a la cultura y presenta los atributos de lo relativo y de lo particular.”[2]

Tenemos que todo lo que está sujeto a una norma pertenece a la cultura que el hombre conforma; ésta conforma parcialmente al individuo y lo determina como sujeto. Para poder desarrollar esto habrá que ver qué es lo que se entiende por cultura y cómo nos conducimos dentro de ésta.

¿Qué es la cultura? Podríamos definirla como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico e industrial, en una época y en un grupo social.

Como en todo grupo social habrá jerarquías e instituciones que se encarguen de mantener un orden y de dar los estatutos que habrá que seguir para poder pertenecer a ese grupo. No pretendemos hacer un estudio sobre el surgimiento de estas instituciones; damos por hecho que en la mayoría de las comunidades de seres humanos habrá sujetos constituidos como instituciones que se encarguen de las relaciones que deben tener los individuos de esa sociedad. Como por ejemplo la familia. Si observamos a distintas familias podremos darnos cuenta que en la mayoría de ellas habrá ese alfa o líder (ya sea el padre, la madre, o algún otro sujeto) que hará uso del poder para gobernar y mantenga los cánones de esa institución.

“Estas [instituciones] pueden mezclar disposiciones tradicionales, estructuras jurídicas, fenómenos relacionados con la costumbre o la moda (como se ve en las relaciones de poder que atraviesa la institución familiar); también puede tomar la forma de un dispositivo cerrado sobre sí mismo con sus lugares específicos, sus reglamentos propios, sus estructuras jerárquicas cuidadosamente diseñadas y una relativa autonomía funcional; pueden formar, asimismo, sistemas muy complejos dotados de múltiples aparatos, como en el caso del Estado que tiene como función constituir la envoltura general, la instancia de control global, el principio de regularización y en cierta medida la distribución de todas las relaciones de poder en un conjunto social dado.[3]

Con esto queda claro que la cultura está conformada por diversas instituciones y que éstas están a su vez conformadas por individuos que habrán de aprender y seguir las normas que están impuestas dentro de su comunidad.

Dentro de la cultura vamos a tomar ciertos roles y ciertos juegos con los que nos vamos a relacionar con otros seres humanos. Las instituciones se encargarán de asignarnos esos roles. Por ejemplo; en el momento en que nacemos se nos designa un color de acuerdo a nuestro sexo. Somos azules o somos rosas. Una vez hecha esta clasificación se está sujeto a esa línea por la cual se deberá conducir durante el resto de nuestro desarrollo.
Cuando ese niño o esa niña crecen; comienzan a adquirir nuevos papeles asignados por la cultura directa o indirectamente. Pero es cuando comenzamos a tener conciencia de nosotros mismos y nos comenzamos a cuestionar sobre qué queremos ser, cómo queremos ser, sobre lo que nos gusta o no; en ese momento es cuando comenzamos a constituirnos a nosotros mismos como sujetos de esa cultura; Esa constitución la haremos en relación a lo que esa cultura y las instituciones nos puedan ofrecer.

“Las masas no tienen <>, ni <>, sus almas están vacías de tensión interior o dinamismo: sus ideas, necesidades y hasta sus sueños <>; su vida interior está totalmente administrada, programada para producir exactamente aquellos deseos que el sistema puede satisfacer, y nada más.”[4]

Es triste decirlo pero en la mayoría de las culturas hoy día el individuo importa poco o no importar; sólo se le puede ofrecer un conjunto de nulidades para que deje de lado todas esas preguntas que lo pueden impulsar a buscar su individualidad. Se le ofrecen falsos infinitos que calman su inquietud existencial por momentos.
Es lamentable ver cómo algunas grandes instituciones que son concientes de estas dudas existenciales y aprovechan para lucrar explotando esta situación creando “necesidades” triviales a través del sentido de pertenencia. Nos venden una necesidad y la compramos; y ellos mismos nos venden lo que va a satisfacer esa “necesidad” y también la compramos.

Podríamos decir que hoy día son esas instituciones (las que podríamos denominar como instituciones de condicionamiento masivo) las que mayor poder tienen sobre las otras instituciones y sobre los sujetos. Controlando lo que debemos saber y lo que debemos aprender; por lo tanto manteniéndonos ignorantes “por el bien del sistema”.

“Del plano nacional la empresa ha pasado al plano internacional, gracias a esa complicidad que se estableció entre jóvenes Estados – confrontados con problemas que fueron los nuestros hace uno o dos siglos- y una sociedad internacional de adinerados, inquieta por la amenaza que representa a su estabilidad las relaciones de pueblos influenciados por la palabra escrita a pensar en las fórmulas modificables a voluntad y a dar asidero a los esfuerzos edificantes. Accediendo al saber acumulado en las bibliotecas, esos pueblos se tornan vulnerables a las mentiras que los documentos impresos propagan en proporción aun mayor”[5]

Para estas instituciones es más provechoso una sociedad homogénea; es relativamente más fácil convencer a una gran masa con las mismas tendencias que a un grupo de individuos con ideas e intereses propios; seguir con el flujo social es más cómodo que tomar la responsabilidad de hacerme cargo de mí mismo. Esto no es totalmente culpa de las instituciones pero estas no hacen nada para fomentar la individualidad de los miembros de esa cultura.

“¡Tantas existencias frustradas por un pensamiento que es la beatitud de las beatitudes! Decir - ¡ay! - que no se divierte o que se divierte a las multitudes con todo, ¡salvo con lo que realmente importa!, ¡que se las arrastra a malgastar sus fuerzas en las aceras de la vida sin recordarles nunca esa beatitud!; ¡que se las empuja cual ganado… y se las engaña en lugar de dispersarlas, de aislar a cada individuo, a fin de que se aplique sólo a ganar la finalidad suprema, la única que hace que valga la pena vivir y que posee en sí todo lo necesario para nutrir toda una vida eterna![6]

A pesar del enorme poder que tienen esas instituciones nunca podrán condicionar por completo la conducta de los individuos si consideramos que hay otros factores que componen a éste a parte de la cultura; además sería muy simplista considerar a un ser humano como el producto total de la influencia de una sociedad, ya que también un individuo es subjetividad. No podemos olvidarnos del factor de la impredecibilidad dentro de sus circunstancias, así como de sus experiencias que son de carácter único. Por mucho que intentemos conocer a un individuo no lograremos conocerlo “completamente” puesto que el individuo estará actuando de acuerdo a las circunstancias y éstas están cambiando todo el tiempo. Entonces podríamos afirmar que el hombre, que es “él y sus circunstancias”[7], así como su experiencia y su cultura no está determinado completamente por ésta última.

Ahora bien; mientras podamos dudar de nuestra conducta existirá la posibilidad de cambiarla. Para esto es necesario reflexionar sobre nosotros mismos, esto es para conocer nuestros límites, nuestra historia, lo que somos... Mientras más nos conozcamos será mucho más fácil que podamos tener un control sobre nosotros y sobre los demás (y con esto nos referimos a la influencia que podamos tener sobre los otros a través de la convivencia). Sabiendo qué somos capaces de hacer, podremos darle un enfoque diferente a nuestras acciones, que por vivir en un grupo afectarán a los demás de distintas formas. Esta reflexión es similar a lo que Foucault define como el cuidado de sí. A través de este cuidado y reflexión sobre nosotros mismos nos podremos permitir romper con algunas de las formas con las que nos hemos constituido como sujetos de una cultura.

“Entre los griegos y los romanos, para conducirse bien, para practicar como es debido la libertad, era necesario ocuparse de sí, cuidarse de sí, tanto para conocerse, como para formarse, para superarse a sí mismos, para dominar los apetitos que corren el riesgo de arrastrarnos…
… Un no puede cuidar de sí sin conocer. Por supuesto, el cuidado de sí es el conocimiento de sí.”[8]

Hay que tener mucho cuidado de no malinterpretar éste cuidado de sí con una actitud egoísta en nuestras relaciones con los demás. Entender éste cuidado de sí de esta forma sería no entenderlo o entenderlo poco, Cuando cuidamos de nosotros mismos hacemos lo mismo con los demás; al tener un control sobre nuestras acciones difícilmente podremos agraviar o causar algún “mal” a los demás.

“El cuidado de sí es ético en sí mismo; pero implica relaciones complejas con los otros, en la medida en que este éthos de la liberta es también una manera de ocuparse de los otros. El éthos implica asimismo una relación con los otros, en la medida en que el cuidado de sí hace capaz de ocupar, en la ciudad, en la comunidad o en las relaciones interindividuales, el lugar adecuado- bien sea para ejercer una magistratura o para tener relaciones de amistad-. El cuidado de sí implica que, para cuidar bien de sí, hay que escuchar las lecciones de un maestro.”[9]

Mediante ésta ética de reflexión propia nos será posible poder conocer las instituciones, ya que hasta el punto en que nos ponemos a reflexionar sobre nuestras acciones, gran parte de ellas habrán estado condicionadas por la cultura. Al conocernos estaremos conociendo parte de esas instituciones y esas verdades, que al cuestionarlas en nosotros y desvirtuarlas, podremos darnos cuenta de que las verdades establecidas, las cuales nos enseñaron que eran totales, son mutables y podemos cambiarlas
De esa manera al ver qué somos y ver cómo es el medio en el que nos desarrollamos, podremos conocer hasta dónde llegan sus límites y podremos ver de qué manera pasarlos o jugar con ellos.

Al mencionar que a través de ese autoconocimiento podemos conocer parte de lo que es la cultura no pretendemos creer que conoceremos la sociedad en su totalidad; igualmente que si consideráramos a un individuo constituido en su totalidad por la influencia de la sociedad, sería simplista considerar que la cultura esté constituida por un solo individuo. Lo que sí podremos conocer será la manera en que ésta condiciona mis acciones y la manera de conducirme conmigo y con los demás.

Cuando hablamos de reflexión, de esta ética del cuidado de sí, nos referimos a una reflexión de carácter individual que se manifestará en la relación que tenga con los demás. No podemos hablar de una ética del cuidado de nosotros, ya que cada individuo actúa de formas distintas y se conduce de la misma manera; ha tenido distintas experiencias por lo que en cada individuo la cultura habrá condicionado sus acciones de diferente forma por consiguiente tendrá que cambiar su conducta en la medida que le sea necesario para modificar sus acciones y darles un sentido distinto.

La manera en que la cultura condiciona nuestra conducta es a través del poder. Y por poder no hay que entender una relación de amo y esclavo.

“Cuando hablamos de poder nos referimos a las relaciones humanas- ya se trate de comunicar verbalmente o de relaciones amorosas, institucionales o económicas-, el poder está siempre presente: quiero decir la relación en la que uno quiere dirigir la conducta del otro.”[10]

Con esto podemos inferir que lo que nos determina en la cultura es el poder que ejerce ésta en nosotros para dirigir nuestra conducta de tal o cual forma, podemos entender esto como las normas y reglas que están impuestas de antemano y que hay que seguir: La verdad instituida.

Pero así como la cultura ejerce un poder sobre nosotros como individuos a través de estas normas y las instituciones, nosotros como individuos concientes tenemos la posibilidad de poder decidir cómo actuar.
Esa verdad instituida va a ejercer poder sobre nosotros en la medida que nos reconozcamos como parte de esa institución. No pretendemos decir con esto que se deba negar la cultura, al contrario, buscamos que se reconozca con conciencia para poder actuar en cuanto a nosotros con bases en la reflexión y no a esa verdad ya instituida. Para eso profundizaremos a continuación brevemente como es que podemos llegar a esa reflexión y hasta donde.







Reflexión y cuidado de sí: ¿Quiénes somos?

“Aprendí a no creer firmemente en nada que sólo se me hubiera enseñado por el ejemplo y la costumbre; y así me libraba poco a poco de muchos errores que pueden ofuscar nuestra luz natural y hacernos menos capaces de comprender la razón.”[11]

Trataremos a continuación la importancia que tiene esta reflexión para poder actuar libremente dentro de la cultura.

Primero que nada tenemos que reconocer que poseemos algo de alguna o varias culturas que van a condicionar nuestras acciones a través de juegos de verdad y relaciones de poder; esto quiere decir que a través de leyes, normas, tradiciones, etc. se nos dirá cómo debemos conducirnos, qué hacer, incluso se nos dirá qué somos y qué debemos ser.
Estas relaciones de poder están constantemente en juego y depende de nosotros (individuos) conocer estos juegos que determinan la forma en que nos constituimos como sujetos de esa cultura.
El seguir todas estas normas y leyes sin cuestionarlas estamos cediendo nuestra decisión de actuar distinto por lo tanto estamos cediendo nuestra libertad.
Es por eso que para que es necesario reflexionar y cuestionarnos. Esta reflexión puede ser propuesta por otros individuos o por experiencias que nos lleven al límite de la cultura.

Las experiencias por su carácter de unicidad, son un conocimiento adquirido por las circunstancias que contribuyen a la individualización del sujeto.
Muchas de las circunstancias que constituyen a esa experiencia suelen estar dentro de los marcos de la cultura por lo que ese tipo de experiencias, las cuales podríamos denominar como experiencias cotidianas, no suelen arrojarnos a cuestionarnos sobre lo que somos ya que no salen de la norma, no la rompen. Son las experiencias que se dan bajo circunstancias fuera de lo cotidiano las que nos llevan a cuestionarnos sobre lo que somos; nos empujan a reflexionar sobre lo establecido. Experiencias que necesariamente deben ser asombrosas o impactantes, incluso podríamos decir que violentas para que rompan con los límites o nos arrojen a éstos y podamos ver que hay algo más allá de las fronteras establecidas por la verdad institucional.

Estas experiencias nos hacen reflexionar debido a que no las entendemos por estar fuera de lo normal y tratamos de darle una explicación a lo ocurrido. Un ejemplo de esas experiencias límites podría ser presenciar una muerte inesperada o alguna catástrofe.
Una muerte fulminante nos llevará a cuestionarnos, por decir algo, sobre la fugacidad de la vida, o de la impermanencia o sobre lo corta que es, etc.
Le podemos atribuir un gran número de significados a esas experiencias, pero para darle un sentido a eso que no comprendemos será necesario reflexionar sobre ello. Igualmente pasa cuando nos sucede una experiencia límite más relacionada con la cultura, en el ejemplo anterior, podríamos decir que en relación con la cultura sería el sentido que le damos. Queremos decir con esto que en cada cultura se le atribuye un significado distinto a la muerte y, usando el mismo ejemplo, una muerte “accidental” podría hacernos reflexionar sobre ese significado tradicional que se le da a la vida o a la muerte.
Es a través de estas reflexiones por las cuales podremos alcanzar un mayor nivel de autoconciencia que nos permitirá ver diferentes opciones para poder actuar de manera distinta a lo que sería la norma.

Pero no basta con actuar de manera distinta a la norma, esto se podría traducir como un llevar la contra sin estar conciente de lo que se está en contra.
Es necesario que seamos concientes de nosotros mismos en relación a la sociedad para tratar de conducirnos adecuadamente.

Podríamos seguir las normas también sin dejar de actuar libremente. Para esto nos será necesario reflexionar sobre la cultura misma y sobre las leyes que están establecidas dentro de ésta. Una vez habiendo reflexionado de esa manera y estando conciente de qué se tratan estas leyes, sus porqués, sus condiciones que las hacen ser leyes etc. y habiendo decido seguirlas, podemos hablar de acciones libres.

Por lo tanto, podríamos concluir que a través de la reflexión y la autoconciencia, se abrirán las posibilidades de poder decidir cómo actuar.
Lo que me da las armas para poder conducirme libremente es ser conciente de mí y del mundo. Mientras más conciente sea, más opciones tendré para decidir.
Aquí cabe mencionar un aspecto que casi olvidamos: la creatividad.
Por supuesto que mi libertad será en cuanto a mi conciencia pero también poder darle un sentido distinto a esas opciones para actuar, por lo que es necesario para eso ser creativos.
Por consiguiente mi libertad será en la medida en que sea conciente y pueda ser creativo para actuar.

Todo esto que hemos intentado explicar ha sido para esclarecer cómo la cultura nos va a determinar hasta el momento en que logremos hacernos concientes y responsables de nosotros mismos, lo que automáticamente nos lleva a tener mejores relaciones con los demás por ende a una convivencia adecuada.
Somos capaces de actuar libremente en la medida en que busquemos las maneras para hacerlo.
Mientras más individuos inconscientes de sí mismos existan, la convivencia será inadecuada por lo tanto conflictiva. En la medida que halla más conciencia por parte de los individuos que constituyen las instituciones y que forman parte de la cultura, éstas podrán mejorar sus relaciones.

“Si os cuidáis de vosotros como es debido, es decir, si sabéis ontológicamente lo que sois, si sabéis también aquello de lo que sois capaces, si sabéis lo que es para vosotros ser ciudadanos en una ciudad, ser señores de la casa en un oikos, si sabéis cuáles sin las cosas de las que debéis dudar y de las que no debéis hacerlo, si sabéis lo que es conveniente esperar y cuáles son, por el contrario, las cosas que no os han de ser completamente indiferentes, si sabéis, en fin, que no debéis tener miedo a la muerte, pues bien, si sabéis todo esto, no podéis en este momento concreto abusar de vuestro poder sobre otro.”[12]

Notas:

[1] Nietzsche Friedrich, Así habló Zaratustra, Clásicos Universales pp.110-111, España 2005.
[2]Jacques Derrida, De la Gramatología, Traducción de Oscar del Barco y Conrado Ceretti (modificada), Siglo XXI, México, 1985. Edición digital de Derrida en castellano, http://www.jacquesderrida.com.ar/
[3] Michel Foucault, El sujeto y el poder, p. 241
[4] Marshall Berman, “Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad” p.16. Siglo veintiuno editores. 2004
[5] Jaques Derrida, Op. Cit.
Derrida cita a Levis-Strauss y está hablando de las colonias haciendo una crítica a los jóvenes Estados que se coligan con los viejos. Así mismo hace una crítica al Estado en general que difunden la escritura con fines de propaganda para asegurar la legibilidad y la eficacia de sus panfletos. Lo cual sigue siendo vigente y lo que constituye hoy día al conocimiento como institución: y es lo que podríamos llamar ciencia. Podríamos decir que es la verdad instituida.
[6] Sören Kierkegaard, Tratado de la desesperación p.42, Grupo Editorial Tomo, México 2005.
[7] Frase que tomé prestada de José Ortega y Gasset.
[8] Michel Foucault, Estética, ética y hermenéutica, p. 397.
[9] Michel Foucault, Op. Cit. p.399
[10] Michel Foucault. Estética, ética y hermenéutica p. 405.
[11] Descartes, Discurso del Método p. 30, Meseta Ediciones, Biblioteca de Filosofía. Madrid 2005
[12] Michel Foucault. Estética, ética y hermenéutica p. 401.
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La virtud en Platón


Julio Ibarra, trabajo final para la clase: el idealismo y Platón con el maestro Adalberto Hoyos Bermea













Virtud:
El tema de la virtud en los dialogos de Platón es de gran importancia, llegaremos a comprender como el termino de virtud a cambiado en el lenguaje latino, y como a tomado su lugar en diferentes formas de la vida humana, ubicandonos de alguna manera con la idea del arete griego de los dialogos de platón y con algunas otras formas de interpretación de la misma virtud como la religión cristiana.
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Definiciones etimológicas:

En griego, arete es e: Excelencia, mérito, perfección [de cuerpo o de espíritu, de las personas o de las cosas]; inteligencia, pericia; fuerza, vigor; valor, bravura; virtud [en plural proezas, acciones virtuosas]; servicio prestado o merecimiento contraído; nobleza de ánimo, alteza, generosidad; honor, gloria; prosperidad, dicha.[1]

Del latín “virtus”, que es un derivado de "vir", que significaría "hombre".
“En efecto, en Roma existían dos clases de hombres muy diferentes entre sí, el "vir" y el "homo". Por simplificar, el "vir" se correspondería con el señor, el guerrero, el hombre libre, el que no es propiedad de nadie, y sí en cambio propietario de tierras, ganados, hombres, mujeres y niños. El "homo", en cambio, se correspondía con el esclavo, del que era prácticamente sinónimo. El "vir" vivía de la depredación de toda clase de bienes, entre ellos, de otros "viri" a los que convertía en "hómines". Bien está, por tanto, la denominación de "Homo Sapiens" para nuestro antepasado, si como muchos sospechan, era él el cazado y el devorado. Pero si los restos con los que se ha construido el eslabón corresponden al cazador-devorador, más propiamente se le debería llamar "Vir Sapiens".

La "virtus" era el conjunto de comportamientos gracias a los cuales el "vir" podía mantenerse como tal. Y la falta de "virtus" era el conjunto de comportamientos que le podían hacer perder esta condición y que tenía que practicar en sumo grado cuando era sometido a la condición de "homo" o "servus". La "virtus" era, pues, el código de conducta del dominador, y la "humánitas" el código de conducta del dominado.
Este par de palabras, "virtus" y "humánitas" han contenido durante milenios las esencias de lo que hoy llamamos "la humanidad". Los cambios profundísimos de ésta nos dan la medida de cómo ha tenido que ir cambiando el significado de estas palabras, que se han mantenido invariables mientras la realidad que denominaban iba dando giros copernicanos y cambiando de órbitas.

En efecto, para cuando Horacio dice "Virtus in medio est", “la virtud está en el medio”, o cuando Cicerón en un arranque de humildad confiesa: "Homo sum, nil humanum a me alienum puto", “soy hombre, nada humano considero ajeno a mí”, han tenido que cambiar muchísimo los valores de estas palabras. Y eso sólo era el principio. El cristianismo y la Revolución Francesa acabaron de consumar la fusión del hombre dominador y el hombre dominado en una sola palabra, "hombre", dejando la de "señor" (heredera de "vir") como reliquia para usos protocolarios. Y la palabra "virtud" se ha llenado con los valores que corresponden a esta fusión del dominador y el dominado, con un predominio del dominado, como se desprende de la realidad y de la propia palabra elegida para denominar el nuevo producto de la fusión.”[2]

Podemos ver un peso tremendo que la palabra virtud puede tener, lo importante es saber que cuando hablamos de virtud nos referimos a la excelencia que el hombre realiza de sí mismo. Notando que en diferentes editoriales españolas o mexicanas, podrían poner excelencia o virtud, la más usual que considero es virtud.


1) Virtud: f. En fil. Gr. Estado de una cosa que constituye su excelencia propia y la capacidad para realizar bien su función. – Fuerza, valor- Integridad, bondad.[3]

2) Virtud: Disposición habitual para cumplir una cierta categoría de actos moralmente buenos. Fuerza por la cual la voluntad se ordena al bien y se conforma al deber.[4]
Las virtudes cardinales son: La Prudencia, La Justicia, La Templanza y La Fortaleza se encuentran ya en el paganismo grecorromano. En Platón se encuentran asociadas tres a cada una de las partes que tiene el alma según su teoría (se explicaran con más detenimiento en los diálogos platónicos). La virtud de lo racional es la prudencia, la de lo irascible es la fortaleza y la de lo concupiscible es la templanza o moderación. La cuarta, que es también la virtud más importante de todas, es la justicia, que nace cuando cada una de las partes del alma cumple bien su tarea y viene a ser así una virtud rectora encargada de cohesionar las otras tres. También se encuentran formuladas en Cicerón, en su tratado De officiis (es decir, "Sobre las obligaciones") y por el emperador filósofo Marco Aurelio en sus Meditaciones.

[]Las virtudes cardinales se diferencian de las virtudes teologales en que no tienen por objeto a Dios mismo sino el bien honesto. Dado que ordenan los actos en orden al fin sobrenatural, se distinguen también de sus correspondientes virtudes adquiridas.
El Cristianismo añadió a estas virtudes las llamadas Virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.[5]En teología católica las virtudes cardinales infusas son hábitos que disponen al entendimiento y a la voluntad para obrar según el juicio de la razón iluminada por la fe para que ésta escoja los medios más adecuados al fin sobrenatural del hombre.
Royo Marín siguiendo a Tomás de Aquino hace una analogía que permite aclarar mejor su función:[6]
“La relación que dicen las virtudes morales a las teologales es, en el orden de la gracia, la misma que dicen, en el de la naturaleza, las virtudes adquiridas a los actos de la sindéresis y rectitud de la voluntad.” .Royo Marín, op. cit. pág. 135.
Para determinar su número, los teólogos moralistas suelen considerar los objetos honestos de la voluntad y luego agruparlas en cuatro principales: prudencia, fortaleza, justicia y templanza. Son llamadas también virtudes morales[.[7]
No son una especie de géneros de otras virtudes que serían sus «especies». Tienen sus objetos propios pero al mismo tiempo engloban a otras virtudes.
Las demás virtudes se agrupan alrededor de las cardinales pero no son especies de ellas sino que al decir cardinales se subraya solo la influencia de unas en otras.
Su existencia fue negada por algunos famosos teólogos como Duns Scoto, Guillermo Durando y Gabriel Biel aunque otros de la categoría de Tomás de Aquino, Agustín de Hipona y Gregorio Magno admitían su existencia partiendo de algunos textos de la Sagrada Escritura:[8]
Si amas la justicia, los frutos de la sabiduría son las virtudes, porque ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza, las virtudes más provechosas para los hombres en la vida.
Sb 8, 7
Mostrar en nuestra fe virtud, en la virtud ciencia, en la ciencia templanza, en la templanza paciencia, en la paciencia piedad, en la piedad fraternidad y en la fraternidad caridad
2P 1, 5-7
]Claramente, en las virtudes teologales, se muestran las grandes influencias que dejo Platón y el cambió que dieron junto con las diferentes disputas entre el orden de las diferentes virtudes.
Para Aristóteles la virtud es una "excelencia añadida a algo como perfección". Y para él hay dos tipos de virtudes, las virtudes que perfeccionan el intelecto, virtudes intelectuales o noéticas; y las virtudes que perfeccionan la voluntad o virtudes éticas o morales.[9] La virtud, para muchos pensadores, es solamente el trabajo del hombre en cuanto a su propio bien, sin pisotear a las demás personas, llegar a moderar las diferentes acciones del ser humano en cuanto a su propia moral. Para poder ser virtuoso se tendría, (ya sea para la religión, para una cuestión social, o filosófica) que buscar la misma persona en su propio ser y encontrar lo que en realidad es justo para el y su alrededor, encontrar ese bienestar único sin perdernos del camino, y si llegásemos a salir de ese camino, nos encontraríamos con los dos tipos de vicios que establece Aristóteles. El vicio por defecto: Temeridad, intemperancia o libertinaje, prodigalidad. El otro vicio es por exceso: vendrían siendo la cobardía, la insensibilidad, y la avaricia. Esto ya tendría que dar al individuo una reflexión de si mismo y llegar a una corrección de sus errores.

Diálogos Platónicos

Eutifrón:

Sócrates anda por el Tribunal de Atenas, preocupado por la acusación de Meleto que en su contra ha formulado de corromper las costumbres de su patria. En esta queja judicial que formula según Sócrates, menciona la duda acerca de la existencia de los dioses, conversa Sócrates con Eutifrón, en torno de la vida religiosa, la piedad, lo santo y lo misterioso.
Discuten con el asunto del padre de Eutifrón, el cual mato a uno de los criados de la familia, Eutifrón no sabia que hacer si acusar a su padre o dejar el asunto como si no hubiera pasado nada, Sócrates lo ilumina sobre lo que es el ser pío y el ser impío, la decisión que esta tratando de tomar Eutifrón de acusar a su padre de sus malos actos, es parte de la piedad ya que Eutifrón no debe dudar la idea de que es mejor acusar al que a obrado mal. Alguien que es virtuoso no tiene que ser lo contrario a su virtud, esto es parte de lo que Sócrates le da a entender a Eutifrón, Igual da a entender que nadie nace virtuoso, uno mismo construye su virtuosidad. Sócrates define lo pío como lo justo para el hombre y no para los dioses, Eutifrón no sabe como definirlo y de tanta contradicción se confunde y se despide de Sócrates diciéndole que tratara de pensarlo mejor en otra ocasión. En cuanto a la acusación que le hacen a Sócrates es parte de la impiedad, por el simple hecho de que en este caso Meleto el que acusa a Sócrates de ser impío, no tiene los suficientes recursos para comprobar lo que realmente esta acusando y lo hace con fines de reprimir y mandar sentenciar a Sócrates.
1) Virtud es conocimiento: La justicia, piedad, valentía, Sabiduría, son virtudes que derivan del mismo conocimiento, el que desconoce o ignora no tiene interés por la virtud en sí.
2) Unidad de la virtud: Alguien que es virtuoso no tiene que ser lo contrario a sus virtudes, tiene que ir con lo que el conoce, con lo que realmente lo hace sentirse satisfecho sin culpa. Añade que nadie nace virtuoso, uno mismo construye su propia virtuosidad y llega a ser virtuoso totalmente. [10]

Protágoras:

El tema principal de discusión es la naturaleza de la virtud. Para Protágoras, la virtud es única, pero tiene diversas partes, “cada una con su facultad propia, a la manera que el rostro es uno, pero tiene cinco órganos de los sentidos”[11]. Asimismo, la virtud se puede enseñar, lo mismo que cualquier técnica o habilidad. Los hombres pueden acceder a alguna de las partes, pero no a todas, siendo la principal, la sabiduría. Justifica el que de padres buenos salgan hijos malos, o de padres malos, hijos buenos, por la disposición de los hijos, lo mismo que si se les enseñase a tocar la flauta.
Sócrates no cree que la virtud se pueda enseñar y ambos se enzarzan en una discusión con numerosas preguntas, réplicas y contrarréplicas, en la que los demás personajes hacen de público y de jueces. Sócrates reprocha a Protágoras que elude sus preguntas con respuestas demasiado largas, para desviar la atención. Finalmente, declaran la cuestión como demasiado compleja, declarándose mutua admiración y respeto. En una parte Protágoras dice que los sofistas van a poder manejar sus propios bienes y mejorar la política. Ellos enseñan la administración y el arte de la política, si el propio sofista sabe controlar esto llega a su propia virtud.[12] Sócrates le pregunta al Protágoras, “la virtud es una o son muchas” éste le contesta “que todas las virtudes son completadas como la virtud política, la virtud humana…”[13] Sócrates le responde, “la virtud es saber, la virtud aplica a saber que hacer en cada ocasión, la prudencia es virtud pero igual es habilidad.” Sócrates sostiene que no hay hombres malos si no ignorantes de la verdad, igual el vicioso, equivoca su cálculo de bien. En el cual el cálculo es descuidado. No puedes enseñar a ser virtuoso, lo que debes hacer es encaminar a alguien para darse cuenta de su virtud.

Gorgias:

La relatividad de Protágoras pasa a ser en Gorgias escepticismo, al declarar falsas todas las opiniones (puesto que ninguna opinión puede ser contrastatada con la realidad). Nos movemos en el mundo de la mera opinión, siendo la verdad para cada uno de nosotros aquello que nos persuade como tal. La retórica es la técnica de la persuasión, y el sofista, el maestro de la opinión. Aquí se entiende un poco lo que es la ética socrática la Eudaimonía (felicidad) “El fin de la vida es la felicidad” siempre estamos en esta búsqueda de encontrar la felicidad, pone Sócrates sus principios morales de la ignorancia como la fuente del mal, que es mejor sufrir una injustita que cometerla, y de que la unidad de la virtud es el conocimiento. La moderación de los placeres igual como le da a entender a polo, es parte de la virtud. La Templanza de cada uno nos lleva al estado de la “ataracia” del griego “ataracos on”[14] que significa no turbado ó tranquilo; esto a la vez provoca un momento de desesperación por no saber que es lo que sigue, Sócrates dice que hay que de alguna manera sabernos moderarnos en esos momentos incómodos, apareciendo de alguna manera las virtudes intelectuales (estas necesitan a su vez cierto conocimiento particular que conducen a cierta felicidad y placer) que son: La ciencia, el arte y la prudencia.[15]

La República IV:

Platón por medio de Sócrates (como en la mayoría de los Diálogos), empieza a describir una gran República, cuando en esa República comienza a darse el término de Justicia suelen presentarse tres virtudes que son:
1) La prudencia: (fronesis) Corresponde a una sola clase Social, Los Gobernantes, el hombre que debe ser Sabio que puede ver claramente lo que compone a la justicia. (Se explicara después en la República VI las virtudes que componen al gobernador esencial)
2) El valor: (andreia) El valor es adquirido a los Guardianes, saber que es la educación, teniendo gran responsabilidad de sus actos, para así cuidar bien de sus asuntos.
3) La Templanza:(swfrosune) El pueblo, el autodominio de este es indispensable, el autodominio de la gran masa del gobierno.
El modelo anterior alude al modelo del alma de Platón que sería: (representado en el ejemplo de la carroza con los dos caballos en el Fedón)
a) fronesis: Es en parte la prudencia que sale del “logos” el pensamiento, la mente, el razonamiento ó lo racional.
b) andreia: ”qumos” Es la fogosidad, el ímpetu, el querer ir por algo, y puede estar ligado a lo irracional (aparentemente). El empuje del timo, sería superar lo que lo irracional impone. Es el impulso que modera ó equilibra la tracción ó el roce de lo racional con lo irracional.
c) swfrosine: ”epiqmia” lo irracional, la parte del alma que se deja llevar por los placeres y las pasiones, lo apetitivo y lo concupiscente.

La República VI:

En esta parte Platón busca un plano bien estructurado para los gobernantes. El único que pude gobernar con justa razón es para él el rey Filósofo. El filósofo tendrá que salir de los guardianes de la República, y adquiere un conocimiento extra y consiste el conocimiento de las virtudes que el filósofo tendrá que conocer, aparte de la virtud verbal. Estas virtudes son:
Verdad[16]: Hay que conocer a fondo la naturaleza, este conocer es movido por el enamoramiento al saber que no esta dentro a las vicisitudes de la generación y de la corrupción. La autenticidad y la voluntad de no dar en modo alguno cabida a lo falso, sino desatarlo y amar la verdad. Esto es muy necesario y aspirar con vehemencia desde la juventud, a la verdad.
Justicia[17]: Con la justicia poder ver la verdad, aplicarla y saber esencialmente en que forma se va a aplicar. El alma debe ser justa y apacible
Valor[18]: Aquí el temor, el miedo se queda fuera, no tenerle miedo a la muerte, esto principalmente caracterizaría y le darían una gran fortaleza al rey filósofo. Un natural cobarde y bajo no podrá tener parte en la filosofía que lo sea de verdad.
Autodominio[19]: El no dejarte llevar por las pasiones, aunque uno sienta el impulso. Moderarse ó templarse. Dejar de lado los placeres del cuerpo, si es filósofo de verdad y no fingido. Que no se rija por la riqueza, por lo que los ambiciosos desean.

Menón:

Menón el joven seguidor de Gorgias, le pregunta a Sócrates al inicio del dialogo, que si es posible enseñar la virtud. Menón realiza tres intentos para definir algo de la virtud, no da buenos argumentos, y el mismo reconoce que no es capaz de poder estar dentro de la búsqueda del saber. Para ser enseñada la virtud tendría que formase como conocimiento, y queda claro que la virtud es conocimiento, pero de igual manera será enseñada por algunos maestros con sus respectivos discípulos, la cuestión queda en quienes serán esos maestros. Ánito interviene y tratar de descifrar quienes pueden ser los capaces de enseñar, estos son los bellos y buenos, Sócrates claro que no está de acuerdo que estos con esas cualidades no son del todo indispensables para enseñar la virtud como conocimiento y tampoco los mejores Atenienses por ciertas razones y en esta parte no es suficiente el demostrar quien puede enseñar, es hasta después con apoyo de lo anterior, donde Platón muestra la <> y esta es una parte útil para el conocimiento. Es un don, que no se recibe por naturaleza, ni se enseña ni se aprende, es exclusivo e intransferible, aquí es donde surge la virtud, el origen de ella. [20]
Es importante este dialogo, en el sentido que forma parte de las ideas que tiene Platón para formar la Academia, ya que cuando la virtud sea enseñable, es necesario que alguien llegue a enseñarla como conocimiento fundamental para los alumnos.

BIBLIOGRAFIA:

Platón (2007). La república, introducción, versión y nota de Antonio Gómez Robledo. UNAM.

Platón, Diálogos I, Apología, Critón, Eutifrón, Ion, Lisis, Cármides, Hipias menor, Hipias mayor, Laques, Protágoras. Biblioteca Clásica Gredos.

Platón, Diálogos II, Gorgias, Menéxeno, Eutidemo, Menón, Crátilo. Biblioteca Clásica Gredos.


José M. Pabón S. de Urbina. Griego clásico – Español, diccionario manual. Edit. VOX.
Diccionario Filosófico, Ezcurdía Híjar Chavez Calderón.

Prefacio de Jorge Luis Borges. Diccionario Enciclopédico. Grijalbo

http://www.elalmanaque.com/noviembre/17-11-eti.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Virtud_cardinal

notas al pie de paguina:

[1] José M. Pabón S. de Urbina. Griego clásico – Español, diccionario manual. Edit. VOX. p.84
[2] http://www.elalmanaque.com/noviembre/17-11-eti.htm
[3] Prefacio de Jorge Luis Borges. Diccionario Enciclopédico. Grijalbo. P. 1735
[4] Diccionario Filosófico, Ezcurdía Híjar Chavez Calderón. P. 228
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Virtud_cardinal
[6] ROYO MARÍN, ANTONIO (1988). Teología de la perfección cristiana. Madrid
[7] Cf. Ambrosio de Milán, Exposit. in Lc lección 5, nn. 49.62.
[8] Catechismus Catholicae Ecclesiae. Roma: Libreria Editrice Vaticana.
[9]www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Aristoteles/Virtud
[10] Platón, Diálogos I. Eútifron. P.213
[11] Platón (2003). Diálogos I .a. Biblioteca Clásica Gredos.
[12] Ibíd. 318-d Pp.520-521
[13] Ibíd. 322-d Pp. 527-528
[14] José M. Pabón S. de Urbina. Griego clásico – Español, diccionario manual. Edit. VOX. P. 92
[15] Platón, Diálogos II, Gorgias. P. 9 Biblioteca Clásica Gredos.
[16] Platón (2007). La república. VI 485 a, p.203
[17] Ibíd. VI 486 b, p. 204-205
[18] Ibíd. VI 486 b, p. 205
[19] Ibíd. VI 485 d-e, p. 204
[20] Platón, Diálogos II, Menón. 86 d – 95 a

Flash.

Hey a todos, primero felices fiestas si es que las celebran y bueno que pasen un agradable rato en lo del año nuevo y eso, los veré en enero con la misma malavibra de siempre para mamarrachear agusto.

wulffmorgenthaler


Bueno sobre el Blog, he comenzado a subir los ensayos ya que nadie lo ha hecho, pero el problema es que sí los publico; al final aparecen como sí fueran míos, claro eso se alivia poniendo al principio de quién es el ensayo pero de todos modos lo mejor es que si gustan publiquen sus propios ensayos, sí se atoran con el html y eso pues avisen y les paso "la plantilla" para que no sean todos largos al inicio, lo otro es que las notas a pié de página si cortan y pegan de word desaparecen, todavía no encuentro la solución a esto, sí alguien la conoce avise pues.
Ah y no tengo todos los ensayos así que sí deciden no publicarlos por ustedes mismos, pero quieren que estén en el blog pues pasenlos.

Un abrazo a todos.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Sistema esférico de perene


Sistema esférico de perene avance basado en la relación dialéctica entre la ética, la metafísica y la ontología.


Ensayo final de Aldo Giordano para clase de ética de Foucault de Jose de Jesús



En el siguiente texto se intentará explicar una forma de sistema de relación dialéctica de uno mismo con la relación entre sí mismo y la realidad; basado éste casi en su totalidad en conceptos, desde un punto de vista ético, creados por Michel Foucault acerca de los juegos de verdad y otros en los que estos juegos se fundamentan. Así mismo, eso se integrará más adelante con la relación entre las manifestaciones ontológicas de esa ética y la metafísica cuyo resultado será de primer orden en la auto sustentabilidad del perene movimiento de dicho sistema.
La esfera se crea en el momento que el individuo se convierte en persona y toma plena consciencia y responsabilidad de sí, esto lo hace percatarse de que lo único que puede tener bajo su control es su propio comportamiento ejerciendo poder sobre sí y no siendo esclavo de sus pasiones. Empieza aquí a tener un continuo y permanente cuidado de sí; sabiendo lo que quiere, a dónde quiere llegar y teniendo una idea de cómo quiere hacerlo, es que da inicio al pleno ejercicio de su libertad. Esto modifica las relaciones de poder en los juegos de verdad de los que forma parte, en tanto que contando con un pleno dominio de sí, por un lado ejerce involuntariamente el poder sobre los demás jugadores con su sencillo comportamiento y por otro, no permite que cualquiera ejerza el poder sobre él; más cuando alguien lo hace (que es lo normal en este tipo de relaciones) no deja que esto lo distraiga o afecte de una manera no favorable para seguir avanzando por su camino.

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Mientras estas acciones y sucesos toman lugar, el individuo no deja un solo segundo de recibir información; al asimilarla, gran parte de esta va a ser sometida a un proceso reflexivo, analítico y crítico que transformará un extracto de dicha información en un tipo de alimento para el alma o espíritu (por llamarlo de algún modo). Este alimento hará crecer el espíritu y esto a su vez introducirá en éste una insaciable sensación de hambre que lo llevará a crear otra sustancia que someterá a un proceso transitorio de salida, que es la voluntad, para que partiendo del espíritu llegue hasta la manifestación en los ejercicios de libertad y las relaciones de poder, impulsándolos nuevamente a que se comporten cíclicamente auto sustentando el sistema.
Dicho de otro modo, plantearé el sistema como una materialización esférica para la más sencilla explicación de su comportamiento. Los conceptos de relaciones de poder y ejercicios de libertad, vendrían a ser el primer nivel de la esfera representado por el área de la superficie de la misma, ésta se encuentra en contacto directo con la realidad tangible y por ende con los juegos de verdad. El otro nivel de la esfera se encuentra adentro y está situado en el centro de ésta, el espíritu o alma del individuo es lo que estaría representado en este nivel. Entre los dos niveles existen dos zonas de tránsito que los comunican, una de entrada y otra de salida; la primera estaría representada por el proceso necesario introspectivo de reflexión, análisis y crítica (fomentado también por el cuidado de sí), para que la recepción de información de la realidad tangible pueda penetrar hacia el espíritu. La zona de salida vendría a ser la voluntad del ser y la voluntad del cuidado de sí, ésta última enfocada a su manifestación ontológica; es esta zona de tránsito el quid del movimiento rodante perene de la esfera.
Ahora bien, tocante al comportamiento de la esfera vale la pena hacer algunas especificaciones. La esfera se encuentra perenemente rodando, en tanto que los individuos se encuentran de la misma forma moviéndose o avanzando por el tránsito de su existencia sobre un camino lleno de obstáculos que le permite paulatinamente un moderado crecimiento; la esfera puede decidir rodearlos, saltarlos o evitarlos, sin embargo puede también decidir impactarse a propósito directamente con ellos para romperse, o bien habrá ocasiones en las que colisione sin desearlo pero sin poder hacer nada al respecto. Esto quiere decir que aún cuando la esfera encuentra una funcional manera de rodar, jamás se sentirá terminada; en determinado punto puede decidir impactarse de frente con los obstáculos, –lo que equivaldría a realizar experiencias límites en términos Foucaultnianos- para romperse, dejando de este modo salir parte de la sustancia creada por el nivel interior directamente hasta el nivel exterior para que recubra toda la esfera con una capa nueva, esta capa recrea a la esfera dándole más fuerza y un crecimiento más acelerado.
Por otro lado, adentrándose en una abstracción más profunda, cabe subrayar el notar en este sistema un círculo virtuoso hecho de una relación dialéctica entre la ética, la metafísica y la ontología. La ética juega su papel principal empujada por la metafísica en el no abandono del cuidado y las prácticas de sí, la metafísica, alimentándose de las manifestaciones ontológicas de la ética, impulsa a ésta última a fundamentarse en la libertad ontológicamente y finalmente la ética también se tiende como puente para que los estudios ontológicos de los juegos de verdad puedan llegar a tener relevancia a un nivel metafísico para que así la relación funcione de una manera cíclica y permita a la esfera seguir rodando permanentemente.
Para entrar ahora de lleno en los detalles del antes mencionado sistema, me parece prudente comenzar por los relacionados a la creación de la esfera; ésta como ya se ha dicho, se crea con la conversión del sujeto en persona, nótese que ésta conversión implica una creación, la creación de un yo consciente. Cabe destacar que ésta puede plantearse de varias maneras, sin embargo, antes de verlo desde cualquier punto, no hay que olvidar que es necesario un análisis retrospectivo del entorno histórico que tenga como fin en el presente, el concebir una ontología crítica de sí mismo para la mejor asimilación de dichos conceptos. Una de las maneras sería verlo como un desvelo repentino después de un proceso de cataclismos virtuosos, generalmente experiencias reveladoras que si bien el sujeto se encamina hacia ellas no es totalmente responsable de sus resultados, que podrían traducirse en la adquisición de un conocimiento que lo va a dejar ver más allá de la propia costumbre. Otra manera muy relacionada con la anterior pero de un grado ligeramente superior, sería plantearlo como la salida de un estado de minoría de edad intelectual; M. Foucault lo plantea en su artículo ¿Qué es la ilustración? como: “la modificación de la relación preexistente entre la voluntad, la autoridad y el uso de razón.” lo cual señala notables rasgos de un necesario trabajo de uno sobre sí mismo.
El convertirse en persona significa tomar consciencia y responsabilidad total sobre uno mismo; esto en tanto que, por el lado de la consciencia, el individuo debe darse cuenta que sus pensamientos suceden o son causados por algo y usualmente se dirigen o tienden hacia otro algo, debe percatarse también que es un sujeto que se desarrolla al lado de otros seres y es por eso que tanto sus pensamientos como sus acciones al manifestarse no sólo tendrán consecuencias sobre él mismo sino sobre su entorno y sobre los demás sujetos a su alrededor; y es menester que no deje de lado, en primer lugar que está inmerso en un juego –del que se hablará más adelante- del cual no puede salir y segundo, que le es imposible conocer algo fuera de éste ya que su vida entera ha transcurrido, y lo seguirá haciendo, dentro del mismo. El estado en el que se encuentre dentro del juego, ya sea activo o pasivo, es lo que va a determinar la diferencia en su sentir y obrar, y a su vez será esto el factor que determine la creación de la consciencia de sí. Aunado a esto, ahora por el lado de la responsabilidad, ésta se refiere, cómo dice la misma palabra, a la capacidad de responder por sus pensamientos y decisiones; con esto se pretendería tender a caer en la cuenta que lo único de lo que se puede tener el absoluto control en el mundo y en la realidad es de uno mismo. Esto; siempre y cuando haya pasado por la siguiente pregunta que hace M.F. en el artículo el sexo como moral “¿eres esclavo de tus deseos, o maestro de ellos?” , devendrá en las prácticas del cuidado de sí que simultáneamente representarían la creación de la esfera y el comienzo del sistema aquí planteado. Es importante no olvidar que tanto la consciencia y la responsabilidad de sí, como las prácticas del cuidado de sí deben manifestarse en la relación que se lleva con uno mismo y con los demás.
Si bien la consciencia de sí es la que hace percatarse de la situación, y la responsabilidad es la encargada de tener esa consciencia siempre presente, la relación entre ambas dirigida hacia una búsqueda de libertad basada en el personal mejoramiento de toma de decisiones sometidas a pruebas en la realidad, estaría representando los cuidados de sí, que son la base de las zonas de tránsito del sistema. Éstos a su vez representan la intención de realización de ciertos ejercicios que empezando sobre nosotros mismos, fungiendo como la zona de entrada, sometiendo la información captada al proceso de introspección propio de ésta zona, después se manifestarán como hechos y acciones en los juegos de verdad y forman parte también de lo que podemos construir en tanto que verdades personales, dando lugar a la zona de salida. Sin embargo, dado que todas las partes del sistema están íntimamente relacionadas, sería pertinente, para su más sencilla comprensión, detallar primero algunos aspectos del primer nivel de la esfera, entiéndase el área de la superficie externa, para posteriormente finalizar la descripción de los elementos del sistema ahondando en los detalles de las zonas de tránsito.
Adentrándose ahora en el planteamiento del primer nivel del sistema, es importante introducir una definición que M.F. nos da de lo que considera juegos: “es un conjunto de procedimientos que conducen a un determinado resultado, que puede ser considerado. . . como válido o no” Entiéndase por lo anterior una ontológica manera de ver la vida, en tanto que la reflexión sobre la concepción de la realidad basada en las entidades, ya sean objetos, personas, conceptos o ideas, logre verse como un conjunto de procedimientos actuantes para sí mismos permanentemente, unos junto a otros siempre relacionándose y transformándose para devenir en resultados, sean o no válidos, ya que nada se encuentra en un estado estático, sino todo lo contrario.
Vale la pena introducir el concepto, un poco más específico, de juegos de verdad. Estos juegos son verdad ya que suceden mientras existimos, nos demos cuenta de ellos o no; si no nos percatamos de ellos sólo estamos siendo influenciados por éstos; sin embargo, si decidimos hacernos conscientes de ellos nosotros podemos influenciarlos como queramos, siempre dentro de nuestras posibilidades, y hasta cierto punto ayudar a construirlos. Nos dice M.F. al respecto: “En un juego de verdad dado, siempre cabe la posibilidad de descubrir algo diferente y cambiar más o menos tal o cual regla, e incluso a veces todo el conjunto del juego de verdad.” Cabe destacar también que el detalle importante del cual hay que hacerse consciente para poder tomar este rol activo, es que no podemos determinar una manera constante de jugar el juego, puesto que al encontrar una manera y adoptarla como regla en que nos sea cómodo transitar por dicho juego, sería esto mismo lo que determinaría la calidad de pasivo en el sujeto. Al respecto comenta Foucault: “. . .juego estratégico abierto, en el que las cosas se podrían invertir,. . .” cuando se cae en cuenta de la manera de obrar propia y la de los demás creo que es sencillo que se presente un conflicto entre lo real y lo posible, el sujeto se da cuenta que actúa de cierta manera pero considera que podría hacerlo de otro modo que satisfaga mejor sus intereses; lo que no hay que olvidar es que todos los sujetos pueden llegar a este razonamiento por lo que M.F. dice: “los juegos pueden ser extraordinariamente numerosos y, en consecuencia, los deseos de determinar la conducta de los otros son tanto mayores.” Esto quiere decir que al percatarnos de la manera en que nos influencia el actuar de los demás, se puede tender a querer determinar el actuar del otro para tomar una mejor decisión del actuar propio. Este punto nos lleva al análisis de otro importantísimo concepto, las relaciones de poder.
No es difícil notar que las relaciones de poder y los juegos de verdad están cercanamente relacionados principalmente por el hecho de que es común la presencia de conflictos dentro de cada sujeto entre lo real y lo posible. Cuando uno se da cuenta que sus acciones pueden llegar a influenciar a los demás, el sujeto podría ponerse a actuar de la manera que mejor le parezca adecuada para que los demás obren como a él más le conviene para lograr sus cometidos. En este caso ese individuo estaría ejerciendo su poder; M. Foucault dice: “en las relaciones humanas,. . . el poder está siempre presente: quiero decir la relación en la que uno quiere dirigir la conducta del otro” no obstante estas relaciones se pueden encontrar en diversos niveles y formas, puede ser entre muchos individuos de forma institucional, en jerarquías laborales, entre dos personas de forma sexual, etc. Considero pertinente destacar que estas relaciones no están dadas para siempre, es posible su modificación; el poder no es algo que se pueda poseer, es algo que se ejerce momentáneamente y después es ejercido sobre uno. Es por esta razón que se les llama relaciones de poder, y es también motivo de la cercanía con los juegos de verdad, ya que sujetos sólo en búsqueda de ejercer su poder –entiéndase como dice M.F.: “estrategias mediante las cuales los individuos intentan conducir, determinar la conducta de los otros.” - caprichosamente podrían hacer pasar sus juegos de poder por juegos de verdad.
Otro aspecto de las relaciones de poder que se ha observado a través de la historia de la humanidad es cuando éstas se encuentran truncadas o fijas, esto quiere decir que se sufren abusos de poder y éstos se presentan también en varios niveles y formas, M.F. los llama estados de dominación; sin embargo son a éstos a los que el común de la gente confunde con el poder, en contraposición de ver las relaciones de poder como juegos estratégicos entre libertades, el autor define: “juegos estratégicos que hacen que unos intenten determinar la conducta de los otros, a lo que éstos responden, a su vez, intentando no dejarse determinar en su conducta o procurando determinar la conducta de aquellos.”
Tras haber mencionado algunos puntos respecto a las relaciones de poder y reflexionar un poco acerca de la historia del poder en nuestras sociedades podría llegarse a creer que tienden hacia el dominio del más hábil y más hambriento de éste; empero, regresando momentáneamente a las zonas de tránsito dado que todas las partes del sistema están íntimamente relacionadas, hay que considerar el concepto del cuidado de sí al referirse a las relaciones que se planteaban anteriormente. Michel Foucault dice: “el riesgo de dominar a los otros y de ejercer sobre ellos un poder tiránico sólo proviene precisamente del hecho de que uno no se ha cuidado de sí y ha llegado a ser el esclavo de sus deseos.” El cuidado de sí se logra a través de las prácticas de sí, de una auto-transformación que según el autor cabría denominar: “practica ascética,. . . no en el sentido de la moral de la renuncia, sino el de un ejercicio de uno sobre sí mismo, mediante el cual intenta elaborarse, transformarse y acceder a cierto modo de ser.”
Teniendo presente ahora el concepto de cuidado de sí, y regresando la vista al primer nivel del sistema tocante a las relaciones de poder, no hay que dejar de considerar que éste cuidado es sólo el principio, el fin es llegar a los ejercicios de libertad. Cabe hacer la salvedad que hay una fuerte relación entre el poder y la libertad, M.F. nos dice: “no puede haber relaciones de poder más que en la medida en que los sujetos son libres.” Esto debido a que si los sujetos no tienen libertades qué ejercer, las relaciones de poder se estancarían, convirtiéndose en estados de dominación. Para las prácticas y cuidados de sí, se requiere ejercer el poder sobre uno mismo y ésto a su vez otorgará el ejercer la libertad en la propia acción –entiéndase congruencia entre pensamiento y acción- lo cual al mismo tiempo brindará poder al individuo sobre los demás, en la medida de que ejerza plenamente su libertad. M. Foucault comenta: “libre significa no ser esclavo de sí mismo y de sus apetitos, lo que implica que se establece consigo mismo una cierta relación de dominio, de señorío. . .” Se consideraría prudente subrayar aquí también que a veces puede ejercerse el poder involuntariamente; la acción realizada (en la vida cotidiana), que la mayor parte del tiempo va enfocada hacia los planes personales y muchas veces no interactúa directamente con alguien más, es siempre vista y percibida por la gente a nuestro alrededor, si alguien de ese alrededor cree conveniente para sí mismo una de las acciones o comportamientos del primer sujeto mencionado y decide aplicarla para sí, en este momento es cuando se ejerce el poder involuntariamente, o visto de otro modo, el segundo sujeto se somete voluntariamente ante el primero sin que ambos sujetos estén al tanto.
Finalizando la descripción conceptual de este primer nivel, sólo cabe añadir respecto a los ejercicios de libertad, que son éstos, dentro de la visualización de este sistema esférico, los que le van a permitir a la esfera ya sea saltar, rodear o esquivar los obstáculos que halle en su camino, o por el contrario, impactarse de frente con ellos para romperse a sí misma. Son estos mismos ejercicios los que reafirman el poder sobre sí mismo en el sujeto; comprobando la congruencia entre su interiorización y su exteriorización, brindan prueba fehaciente de sus propias construcciones de verdades, en tanto que al estar plenamente consciente y querer hacer algo de algún modo, sin dejar que cualquiera imponga su poder sobre él, se decide creer en eso como verdad, y el realizarlo en la realidad tangible producirá pruebas ontológicas que sustenten esa construcción de verdad. Es por eso que son estos ejercicios el fin de los cuidados de sí, porque no sólo son las manifestaciones ontológicas de los procesos intelectuales del ser, sino que hacen la realidad tangible más enriquecedora cíclicamente, como se verá más adelante, para el segundo nivel del sistema.
Tocante al segundo nivel de este sistema, representado por otra esfera adentro, en el centro de la descrita anteriormente, es importante aclarar lo que se entiende por espíritu o alma sin pretender dar una definición; el concepto hace referencia a algo no material que es infinito y, sin embargo, se encuentra dentro de la persona. Podría considerarse como lo que le da vida a la persona en contraposición de considerar la vida como un mero impulso cardiaco o una corriente eléctrica corriendo a través de un sistema nervioso, impulsando al sujeto a satisfacer una serie de exigencias biológicas, que son sólo lo que le dan vida al cuerpo. Platón dice respecto al alma:
“. . .todo cuerpo, al que le viene de fuera el movimiento, es inanimado; mientras que al que le viene de dentro, desde sí mismo y para sí mismo, es animado. Si esto es así, y lo que se mueve a sí mismo no es otra cosa que el alma, necesariamente el alma tendría que ser ingénita e inmortal.”
Como ya se ha venido planteando, todas las partes del sistema están estrechamente relacionadas; este nivel, que forma la parte metafísica de dicho sistema, es fundamental ya que es en él dónde se origina su crecimiento. Concordando con lo que dice el fundador de la Academia ateniense, lejos de estar estático éste nivel inmaterial de la persona, es el que va a estar brindando movimiento a la esfera con relación a ella misma. Por un lado alimentándose del extracto de información pasado por la zona de tránsito de entrada, simultáneamente creciendo discreta y paulatinamente; por otro, jamás quedando satisfecho creando información nueva y buscando sacarla para manifestarla ontológicamente y cumplir el ciclo de auto sustentación. Dicho de otro modo, construyéndose; Aristóteles menciona: “. . .la materia no se mueve a sí misma, sino que la mueve el arte de construir, ni tampoco los menstruos y la tierra, sino las semillas y el semen.”
El extracto que este nivel toma para alimentarse es el resultado de la intelección de la información recopilada durante la cotidianeidad de la persona; vendrían siendo las conclusiones de la enseñanza proporcionada por sí misma proveniente de las vivencias experimentadas. Si la persona ejerce plenamente su libertad, teniendo en mente que ésta parte de los cuidados de sí, se hará lo que el individuo quiere sabiendo que siempre se quiere lo bueno. El estagirita plantea en uno de sus tratados: “. . .lo deseable para el apetito es lo que parece bueno, mientras que lo deseable para la voluntad racional es, primeramente, lo que es bueno.” y vale la pena subrayar: “deseamos algo porque lo juzgamos bueno y no, al contrario, lo juzgamos bueno porque lo deseamos.” Cabe resaltar que el término ‘voluntad racional’ estaría representado en el sistema esférico en parte, por el cuidado de sí, en tanto que es el individuo ejerciendo su libertad conscientemente el que toma las decisiones, y en parte también por la relación de éste nivel metafísico con la zona de tránsito de salida y las manifestaciones ontológicas emanadas de ambos.
La dialéctica entre todas las partes del sistema mantiene el rodante movimiento de la esfera; sin embargo es el segundo nivel el que lo hace tender hacia la idea del bien permitiéndole y fomentando simultáneamente el crecimiento del sistema; dicho de otro modo, la esfera, mientras va rodando, va creciendo empujando de adentro hacia afuera, el segundo nivel es el primero en crecer para después manifestarse en el primer nivel. De lo contrario, la esfera se iría empequeñeciendo y moviéndose cada vez más lento hasta desaparecer o romperse y no recrearse. Podría suponerse esta idea del bien como tal, como un estado más elevado del inherente comportamiento tendiente al bienestar físico del ser humano, pasando muy probablemente por una tendencia al bienestar intelectual-emocional y en determinados casos, desde ciertas perspectivas puestas de lado en el presente análisis, un bienestar espiritual. Sin embargo Platón la define como: “la idea del Bien es el objeto del estudio supremo, a partir de la cual las cosas justas y todas las demás se vuelven útiles y valiosas.” y más adelante dice que es también: “lo que aporta la verdad a las cosas cognoscibles y otorga al que conoce el poder de conocer. . .” Esto quiere decir que es de esta idea superior a la existencia humana, de la que el segundo nivel de la esfera se agarrará, en tanto que desear llegar a acercarse a ella, para arrastrar o empujar (de la manera que quiera verse) al sistema entero propiciando al mismo tiempo su crecimiento.
Sería pertinente dejar en claro que esta idea del bien no es algo que se encuentre dentro del anteriormente mencionado nivel de la esfera, recordando brevemente la analogía de la caverna de Platón en la que el sol representa la Idea del Bien, podría trasladarse, en tanto que la participación de esta idea en la persona, como lo que ilumina alimentando a la esfera, permitiéndole con su luz tomar la decisión de seguir el camino más adecuado para sí misma. Dándole voz a Sócrates su más cercano discípulo dice: “a las cosas conocibles les viene del bien no sólo el ser conocidas, sino también de él les llega el existir y la esencia, aunque el bien no sea esencia, sino algo que se eleva más allá de la esencia en cuanto a dignidad y potencia.” Se podría decir entonces que es un tipo de conocimiento superior que toma la información del estudio ontológico realizado y tras procesarla personalmente, se alimenta de ella, crece, inmediatamente le da hambre (por llamarlo de algún modo) y crea algo nuevo destinado a salir hasta el primer nivel para volver a empezar el ciclo y realimentarse.
Sólo resta ahora detallar las zonas de tránsito del sistema que han sido tan mencionadas anteriormente. La zona de entrada se sitúa entre el estudio ontológico del tránsito por la existencia de la persona, en el primer nivel, y el segundo nivel que recibirá el extracto de información recibida para alimentarse. Esta zona de tránsito representa el proceso intelectual introspectivo, analítico, crítico y reflexivo del estudio ontológico. Dicho de otro modo, la información recibida al interactuar con el medio en que se está sumergido –entiéndase juegos de verdad- sin dejar de lado el conocimiento que brindan las actividades diarias, llámese estudio, trabajo, relaciones de poder y ejercicios de libertad, y las personas con las que uno se relaciona, serán sometidas al proceso de la zona de tránsito de entrada gracias a la existencia del cuidado de sí; muy presente, como ya se verá, en la zona de salida también. Es este proceso el que se encarga de analizar y criticar todas nuestras maneras de actuar, intentará hallar el por qué de las decisiones tomadas y caminos seguidos para un mayor conocimiento de sí en orden de entenderse mejor a sí mismo, buscando un pleno desarrollo. Se reflexionará en el proceso acerca del lugar y motivo del que salen los pensamientos que inspiran su obrar, analizará críticamente los resultados de sus ejercicios de libertad, ésto con el fin de tratar de encontrar nuevas construcciones qué realizar. De este modo es como se crea el extracto que alimentará al segundo nivel.
Por otro lado, la zona de salida evidentemente cumple la función inversa que la de entrada; esta transforma la creación de la parte metafísica del sistema en lo necesario para salir al primer nivel y manifestarse ontológicamente. Esta zona representa la voluntad de sí en la persona y la voluntad del cuidado de sí; después de que la parte metafísica se ha encargado de asimilar la luz y alimento proveniente de la idea de bien, deberá procesarse en esta zona para que ese conocimiento y entendimiento logrados puedan transformarse en un plan de acción a tomar, que al representarse en la cotidianeidad tangible presentará una mayor agilidad y soltura en el desenvolvimiento de sus juegos de verdad. Cabe hacer la salvedad que en esta zona juega un papel relevante la fuerza personal, ya que para el individuo puede ser difícil exteriorizar los procesos antes descritos, no obstante que el tender hacia la idea del bien lo dirigirá a dicha exteriorización, es en esta zona donde se le imprime la fuerza necesaria para que llegue a salir hasta el primer nivel; Nietzsche comenta al respecto: “¿tú quieres recorrer el camino de tu tribulación, que es el camino hacia ti mismo? ¡Muéstrame entonces tu derecho y tu fuerza para hacerlo!” ; se usa el término tribulación en cuanto a la adversidad que podría padecer el hombre al darse cuenta que los caminos que él creía mejores, tras éste proceso pueden ya no verse del mismo modo, entonces, ejercer su libertad representaría un necesario cambio de estos sin importar que tan drásticos deban ser. Pertinentemente entraría a colación las siguientes preguntas planteadas por el mismo autor: “¿Puedes prescribirte a ti mismo tu bien y tu mal y suspender tu voluntad por encima de ti como una ley? ¿Puedes ser juez para ti mismo y vengador de tu ley?”
No hay que dejar de percatarse que así como el primer nivel está fundamentado en la ontología y el segundo en la metafísica, estás zonas que son la unión entre ambos, están fundamentadas en la ética. Por un lado, en la zona de entrada, se da sentido a las acciones para consigo mismo en la ética del cuidado de sí, se procura el individuo por sí mismo el estudio de qué acciones realizar sobre sí para seguir adelante con su crecimiento individual; por otro lado, en la zona de salida se da sentido a las acciones que son realizadas sobre lo que podría llamarse realidad para que sean más enriquecedoras y dicho sea de paso, den soporte al comportamiento cíclico del sistema constituyendo el quid del perene movimiento del mismo, en tanto que sin la exteriorización de la intelección de los procesos, estos, así como el sistema entero, permanecerían estáticos.
Ahora bien, el sistema que va rodando por un camino con obstáculos que puede esquivar, evadir o saltar, así como colisionarse intencionalmente con ellos, o en ciertas ocasiones, aún sin quererlo, hacerlo sin poder hacer nada al respecto, hacen analogía al transcurrir por la existencia y enfrentarse con experiencias límite. Estas experiencias son situaciones que, como lo dice la expresión, se encuentran fuera de lo que consideramos dentro de nuestras posibilidades de acción o límites de entendimiento; pueden representar tanto extrema tristeza como extrema felicidad o dolor, llevan al individuo más allá de donde había considerado ir, y por esto es que brindan un más rápido y mayor crecimiento si éstas, más que vivirlas conscientemente y aprender a apreciarlas como un atento observador, le sigue un análisis posterior idéntico a la zona de tránsito de entrada del presente sistema. M. Foucault dice: “la crítica es el análisis de los límites y la reflexión sobre estos.”
Cabe hacer algunas salvedades al respecto; estas experiencias por un sujeto fuera de este sistema, entiéndase alguien en un estado de minoría de edad intelectual, o alguien no despierto, podrían fácilmente pasar desapercibidas o ser ignoradas no extrayendo la riqueza que éstas brindan por falta de un posterior análisis, ergo, es responsabilidad del individuo buscar sacar hasta la última gota de ese conocimiento. Por otra parte, cabe subrayar que entre más fuerte sea la experiencia y el golpe de la colisión, más será el conocimiento capaz de brindar. No hay que dejar de considerar tampoco, que siendo uno, el que hasta cierto punto puede tomar la decisión de impactarse o esquivar la experiencia, es responsabilidad de uno mismo su propio crecimiento y por ende la administración de dichas experiencias. Sin embargo, probablemente sean de éstas experiencias, las inevitables, las más fuertes y enriquecedoras, y por lo general éstas tenderán hacia el lado del dolor.
Regresando a nuestro sistema esférico, una vez que la esfera hace colisión con uno de estos obstáculos, si es muy débil porque la esfera fue recientemente creada y es diminuta, puede llegar a destruirse en su totalidad en cuyo caso habría que formar una nueva. En cambio, si la esfera ya lleva rodando más tiempo y se ha fortalecido y crecido, cuando ésta se impacta sólo se quiebra dejando salir por la zona de tránsito de entrada, mucha ‘sustancia’ (por nombrarla de alguna manera) del segundo nivel hasta el primero la cual recubrirá toda la esfera por la superficie, haciéndola más grande y fuerte que el crecimiento cotidiano del continuo rodaje. F. Nietzsche menciona sobre esto: “Tienes que querer quemarte a ti mismo en tu propia llama: ¡cómo te renovarías si antes no te hubieses convertido en ceniza!” Esto quiere decir, volviendo al sistema esférico y retomando el concepto de tener un rol activo en los juegos de verdad, que hay que autodestruirse, ya que al igual que el ser humano, la esfera no es ni perfecta, ni indestructible, ni eterna; es un proceso de construcción permanente encaminado a la búsqueda de libertad como método de recreación, reinvención y enriquecimiento personal e inmaterial, alcanzado después de una profunda crítica y autoconocimiento. Al final queda dicho que es un trabajo indefinido ya que a cada momento podrían cambiar las decisiones tomadas conscientemente siendo tarea de cada quien ir tan lejos como quiera extender sus límites; dicho de una manera analógica, sería responsabilidad de cada quien hacer crecer la esfera tanto como quiera para que sean necesarios obstáculos más grande y fuertes para romperla.
Es así como puede concluirse que esta manera de ver la ética que plantea M. Foucault, relacionada con la parte metafísica del sujeto, como principal creadora de crecimiento tendiendo siempre a la manifestación ontológica de sus razonamientos, pretende proponer un sistema autosustentable individualmente para el crecimiento intelectual. Se dice individualmente, en tanto que todo el proceso depende del individuo, ya que el contacto con la sociedad y los otros individuos es imposible de evitar mientras se habite en un poblado o ciudad. Esto con el fin de jamás dejar de crecer y avanzar, ir en contra del comportamiento estático de la gran mayoría de la sociedad, en este especifico caso, mexicana; sin olvidar que pretende tender hacia la generalización, o adopción de cada vez más miembros de la sociedad para así en conjunto poco a poco, progresar. Nietzsche bien dijo: “Vosotros los solitarios de hoy, vosotros los apartados, un día debéis de ser un pueblo: de vosotros, que os habéis elegido a vosotros mismos, debe surgir un día un pueblo elegido. . .”



















Bibliografía
El Sexo Como Moral, entrevista con Hubert Dreyfus y Paul Rabinow publicada en la obra Michel Foucault: Beyond structuralism and hermeneutics. The University Chicago Press, Chacago 1982, y en Le Nouvel Observateur, 1-7 junio, 1984 pags 86-90.
“What is Enligthenment?” (“Qu’est-ce que les Lumières?”), en Rabinow (P.) (comp.) The Foucault Reader, Nueva York, Pantheon Books, 1984, págs. 32-50. Con el mismo título “Qu’est-ce que les Lumières?” se publica un extracto del curso celebrado en el Colegio de Francia, a partir del 5 enero de 1983.
“L’ethique du souci de soi comme pratique de la liberté” entrevista con H. Becker, R. Fornet-Betacourt, A. Gómez-Müller, 20 de enero de 1984, Concordia. Revista internacional de filosofía, nº6, julio-diciembre de1984, págs. 99-116
Aristóteles, Metafísica, tr. Tomás Calvo Martínez, Madrid, GREDOS, 582pp.
Platón, Fedro, tr. C. García Gual, M. Martínez Hernández, E. Lledó Íñigo, Madrid, GREDOS, 413pp.
Platón, República, tr. Conrado Eggers Lan, Madrid, GREDOS, 502pp.
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, tr. Andrés Sánchez Pascual, Madrid, ALIANZA, 498pp.


sábado, 27 de diciembre de 2008

La caverna mexicana.


La caverna mexicana.

Ensayo final de Aldo Jorge Giordano para clase de
Platón de Adalberto

Jr-Art

El presente ensayo propone plantear contrapuestamente la analogía de la caverna de Platón enfocada de una manera ética, tendiendo a llevar a la gente encerrada fuera de la caverna para que sea capaz de apreciar y mirar directamente la idea del bien, con el planteamiento propuesto por Octavio Paz acerca de cómo el mexicano ve la figura del “chingón”. En éste texto proponemos esa figura expuesta por el Nobel mexicano como el principio de una forma de caverna en la que el mexicano se encuentra encerrado y haremos varias comparativas con la analogía del ateniense para su más clara exposición.


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Comenzaremos ahondando en la alegoría de la caverna que plantea el fundador de la Academia ateniense; ésta, como su nombre lo indica, hace alusión a un lugar subterráneo en el cual se encuentran encerrados y encadenados de pies y cuello un grupo de prisioneros que ahí nacieron y jamás han tenido la oportunidad de salir de ésta. Las cadenas que sostienen sus cuellos los obligan a siempre estar viendo hacia la pared en el fondo de la caverna; en esta pared son proyectadas sombras que son producidas por gente que ellos no ven, puesto que no pueden voltear la mirada de la pared, cargando figuras de madera o piedra con formas de hombres y animales sobre sus cabezas y a veces hablando entre ellos, alumbradas las figuras por una fogata que se encuentra atrás de todos ellos. Más allá de la fogata sólo queda una escarpada subida para llegar a la salida de este subterráneo lugar por dónde entra también la luz del sol.
Lo más relevante hasta este punto de la analogía es la consideración que los sujetos cautivos en dicha caverna no conocen otro tipo de espacio, puesto que nunca han tenido la oportunidad de observar uno diferente, y esto provoca en su percepción, caer en la errónea creencia que su estado de vida es el único y verdadero; esas borrosas sombras y lejanos ecos son considerados por ellos como la realidad tangible y verdadera del mundo. Se creerán poseedores de conocimientos reales por la costumbre de la cotidianeidad llegando a pensar que las sombras que ellos ven son las cosas como existen en realidad, que las voces de las personas que cargan las figuras provienen de las sombras que son proyectadas sin poder darse cuenta que son sólo sombras lo que ellos ven y la realidad de dichas cosas es la existencia de esas figuras hechas de madera o piedra y que los ecos que escuchan no vienen de las ya mencionadas proyecciones, sino de la gente que carga y mueve las figuras para que sean proyectadas dichas sombras. Dicho sea de paso, hay que tomar en cuenta que estando siempre los mismos sujetos en el mismo lugar sin conocimientos diferentes, sus opiniones van a ser bastante similares, no obstante, entre ellos habrá unos que tengan mejor memoria y capacidades asimilativas diferentes que otros, provocando que éstos adivinen más rápido el orden de la sucesión de las sombras así como sus formas, haciendo que se les considere superiores a los demás.
Hay que considerar ahora que uno de los prisioneros es liberado de las cadenas que lo someten a la ignorancia, puede moverse hasta la parte donde está el fuego y le son mostradas las figuras reales cuyas sombras él toda su vida anterior a ese momento ha estado viendo proyectadas en la pared, en adición a obligarle a contestar preguntas respecto a sus ahora más amplias percepciones; Platón plantea la cuestión de qué le parecerá más real a dicho sujeto con las siguientes preguntas: “¿. . .qué respondería si se le dijese que lo que había visto antes son fruslerías y que ahora en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y qué mira correctamente?. . .¿(. . .) considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora? ”
Evidentemente tras cada uno de nosotros haberlo comprobado en el transcurso de nuestro método de aprendizaje vivencial, desde nuestros primeros recuerdos hasta el presente, no nos es difícil percatarnos que la costumbre y la repetición de fenómenos, puerilmente nos llevan a tomarlos como verdades absolutas que al momento de ser destruidas tanto por alguien más como por nosotros mismos, surge un periodo de negación de los hechos seguido de un análisis introspectivo que de representar un crecimiento intelectual, devendrá en la aceptación y asimilación de la nueva verdad personal. Es por esto que podemos entender que al prisionero antes mencionado probablemente le sea bastante complicado el aceptar que todo lo que él antes creía, es en realidad un error y es falso, y por el contrario, lo recién mostrado es hasta cierto punto inapelablemente verdadero.
A continuación, Platón siguiendo con la analogía, plantea como posibilidad que al llevar por uso de fuerza al antes mencionado prisionero por la escarpada subida hacia la salida de la caverna, éste se sienta bastante irritado por no poder resistirse al poder que está siendo ejercido sobre él y que se manifiesta en un intenso dolor en sus ojos por pasar a un lugar ciertamente mucho más iluminado que donde ha pasado toda su vida. Propone el autor que al salir de la caverna, el antes prisionero no será capaz de ver nada como en realidad es e intentará regresar a su pasado dónde gracias a la costumbre podía ver y entender las cosas con claridad a pesar de la obscuridad en la que estaba sumergido. El autor menciona al respecto: “y si se le forzara a mirar hacia la luz misma ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son en realidad más claras que las que se le muestran?” Al igual que antes, sería un asunto de costumbre lo que le permitirá al antes prisionero poder mirar las cosas; empezaría éste por ver las sombras, luego las imágenes de hombres y cualesquiera otros objetos reflejados en el agua seguido de la capacidad de ver esos objetos y a los hombres mismos tal como son. Por la noche podría observar en el cielo la luz de las estrellas y la luna con un considerable menor esfuerzo que el sol y su luz durante el día. Tras seguir ese proceso, llegaría finalmente a tener la capacidad de ver el sol durante el día para poder estudiarlo y así comprender que de cierto modo es éste no sólo el causante de lo que él y sus antiguos compañeros de la caverna veían, sino que podría concluir que es éste el que reina sobre lo visible y es productor de las estaciones climáticas y el marcador del pasar de los años.
Ahora bien, la parte final de la presente analogía se centra en tratar la problemática que representaría el regresar de este sujeto a su antigua morada junto con sus respectivos compañeros. Primeramente lo más probable es que el prisionero no esté de acuerdo en volver, el autor nos invita a suponer que no tiene otra opción para plantearnos que al regresar a la caverna sucederá lo mismo que cuando salió; su vista se encontrará ofuscada por los fuertes cambios de iluminación. Al regresar a su antigua condición encontrará carentes de sentido las perspectivas de la realidad de sus compañeros gracias al conocimiento del cual ahora tiene posesión y haciendo que sus opiniones disten bastante de las de los demás; sus compañeros creerían que su asenso a los más altos niveles sólo le produjo un malfuncionamiento ocular alentándose ellos mismos a no intentar ese camino, y si el antes libre sujeto intentara contradecirlos en orden de ampliar su visión de la realidad con las mejores intenciones de ayudarlos, no les bastaría con burlarse de él y considerarlo un loco, sino que si éste llegara a intentar liberarlos y tratar de acercarlos a la verdad, y en las manos de estos estuviera la decisión, probablemente lo matarían. Platón nos dice: “y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?”
Consideramos pertinente, antes de dar paso a las ideas que Platón asociaba con la ya expuesta analogía de la caverna, hacer mención de algunas salvedades del pensamiento platónico previo a la presente analogía. Partiendo de uno de los pilares de la ética socrática, la unidad de la virtud, ésta aparece en el pensamiento platónico como el objeto supremo de estudio; una virtud que está por encima de todas las demás, no dejando de lado a la justicia, la valentía o la templanza, es inexplicable, y sin embargo, el resto de las virtudes tienden asintóticamente hacia ésta. En palabras de su autor: “la Idea del Bien es el objeto del estudio supremo, a partir de la cual todas las cosas se vuelven útiles y valiosas” cabe subrayar que es menester primordial no confundir ésta con algo caprichoso como la mera satisfacción del placer; el autor de la República especifica: “En todo caso sabes que a la mayoría le parece que el Bien es el placer, mientras que a los más exquisitos la inteligencia.” Por otro lado, es pertinente recordar que este filósofo dice que todas las formas parten de ideas eternas que se encuentran fuera de este mundo pero que podemos llegar a conocer; haciendo un burdo ejemplo podemos decir que una mesa es una mesa ya que sale de la idea de lo que es una mesa en sí, del mismo modos existe así la idea de lo Bello en sí y de lo Bueno en sí, siendo esta última la superior entre todas. Cabe destacar como dice el autor: “por su parte, las Ideas son pensadas, más no vistas” lo que nos lleva de una manera fluida a exponer que Platón más que tratar de dar descripciones o definiciones de lo que es el Bien en sí, nos habla de un vástago o hijo análogo del Bien; lo comparará con la visión del ser humano en tanto que las cosas por si solas y los órganos de los ojos no son lo que basta para que ésta se pueda dar, hace falta lo comúnmente llamado ‘luz’, y lo que brinda la luz es el sol. Al respecto comenta: “el sol no es la vista pero, al ser su causa, es visto por esta misma (…) de este modo, lo que en el ámbito inteligible es el Bien respecto de la inteligencia y de lo que se intelige, esto es el sol en el ámbito de lo visible respecto de la vista y de lo que se ve,”
Dicho de otro modo, en el mundo material con la luz del sol las cosas se pueden ver nítidas y claras mientras que con la luz de la luna es más difícil distinguir y apreciar los objetos; tocante al alma, con la ‘Ideal del Bien’ asimilada, vista o contemplada, las cosas se pueden entender y aprender pareciendo haber inteligencia, mientras que sin ésta, todo se obscurece y no se pueden obtener más que opiniones. Platón dice: “es correcto pensar que ambas cosas, la verdad y la ciencia, son afines al Bien, pero sería equivocado pensar que una u otra fueran el Bien, ya que la condición del Bien es mucho más digna de estima.” Posteriormente hace otra comparación con el sol y la idea del Bien, nos dice que el sol no sólo hace que las cosas se vean, sino que las alimenta y las hace crecer, del mismo modo que la idea del Bien con las cosas cognoscibles: “les viene del Bien no solo el ser conocidas, sino también de él les llega el existir y la esencia, aunque el Bien no sea esencia, sino algo que se eleva más allá de la esencia en cuanto a dignidad y a potencia.”
Continuando con la tradición de comparar lo conocible con lo visual, Platón también expone la idea de una línea dividida en cuatro partes para explicar el universo de lo visible. Dicha línea tiene dos grandes divisiones, por un lado lo visible y por otro lo inteligible; lo visible a su vez está dividido en imágenes, constituidas por sombras y reflejos en agua y otros materiales, y objetos naturales y artificiales, de los que forman parte los seres vivos y toda la naturaleza. En el lado de lo inteligible se divide en formas geométricas, donde se encuentran el estudio de la geometría y los volúmenes, y las formas como tal, donde tienen cabida las formas de las virtudes; al final de ésta línea, después de la división de las formas como tal, se encuentra la Idea del Bien. Cabe hacer la salvedad de que la división principal de lo visible estaría fundamentada en la opinión, mientras que la de lo inteligible en la ciencia; es por esto también que este discípulo de Sócrates plantea esta línea como un asenso ascético por el cual se debe hacer pasar a los ciudadanos en orden de que tal vez puedan así llegar a ver la Idea del Bien.
Volviendo ahora con lo que empezamos, este asenso ascético vendría a ser el asenso por la escarpada pendiente que llega a la salida de la caverna, estar en el interior de la caverna es el equivalente al mundo tangible que puede ser observado con los globos oculares, salir de la caverna y ver las cosas bajo la luz del sol claramente como son, representaría el ver las formas como tales y finalmente poder ver el sol directamente aunque sea por unos instantes, equivaldría a ver la Idea del Bien. Así mismo, el individuo que se liberó y salió logrando ver el sol, sería el filósofo que alcanza los más altos niveles de conocimiento tras largos años de estudio que están representados también por la línea, en tanto que proceso ascético, y sus antiguos compañeros de caverna son el símil del pueblo sumergido en la ignorancia. El fundador de la Academia plantea de este modo también el papel del filósofo que va a ser siempre incomprendido por la gente de las cavernas pero aún así va a tratar de sacar a todos de ellas para que puedan conocer la luz solar; porque como el autor dice:
“Una vez percibida ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y protectora de la verdad y la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para obrar con sabiduría. . .”
Ahora daremos un enorme salto en cuanto a lugar y tiempo adentrándonos en el pueblo mexicano para ver como éste tiene su propia caverna con sus particularidades basándonos en la exposición que hace Octavio Paz del concepto que el mexicano tiene como “chingón”. El Nobel mexicano empieza su análisis por raíz de la historia del vocablo previamente mencionado, sin dejar de lado que ese análisis histórico es simplista como explicación; nos habla del pasado durante la conquista del pueblo Azteca ante los españoles que dejó al pueblo huérfano, los dioses indígenas fracasaron, el pueblo sufrido y desamparado encontró un refugio en la benevolencia de una madre traída para la asimilación de una nueva religión (la Virgen de Guadalupe), cambió del politeísmo al catolicismo, aunado a la historia de la Malinche la cual por voluntad propia se entrega a H. Cortés y cuando deja de ser útil para éste la deshecha; así nace “la Chingada” la mitificación de la madre no física a la cual burlaron, y con esto, la figura varonil, activa y hermética, que es el burlador.
Podemos entender que un pueblo que vivió el sometimiento tanto tiempo y de modos tan diversos haya sido influenciado por esto, sobre todo insertándosele un aire de inferioridad lleno de inseguridades que, como veremos más adelante, si bien ayudan a entender algunos comportamientos actuales, no brindan respuestas al problema, ya que la solución a éste debe empezar a trabajarse individualmente. Volviendo al vocablo, éste se convirtió en verbo, y no obstante su pluralidad de significados, siempre está presente la agresividad en él. Paz comenta: “El verbo denota violencia, salir de sí mismo y penetrar por la fuerza en otro.” Creemos que el pueblo mexicano aunque rico en historia antigua, es pobre en historia actual, esto en tanto que la sociedad independiente viendo por sí misma, es aún muy joven; el pueblo que durante siglos sufrió abusos de poder violentos, se logra emancipar convirtiéndose ahora él en el señor de la casa teniendo aún una intelectualidad pueril. Esto quiere decir que como estuvieron mucho tiempo abusando de él, ahora él quiere estar del otro lado para experimentar el lado opuesto, sin embargo su puerilidad no le deja sentir empatía por los que son abusados por él mismo y sólo busca reafirmarse él mismo, su poder para refugiarse en éste de sus inseguridades, enviciándose.
De esta situación deviene también la figura del “macho”, O.P. nos dice: “El verbo chingar indica el triunfo de lo cerrado, del macho, del fuerte, sobre lo abierto.” Así se subraya una dicotomía también un tanto pueril, se está cerrado o se está abierto, se es fuerte o se es débil, se es hombre o se es mujer, se chinga a uno o se lo chingan a uno; el autor nos dice: “Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender.” Fácilmente puede esto ser visto como una máscara, un disfraz para despistar al enemigo, tanto al externo como al interno, y así olvidarse del problema real, una evasión tan simple como el embrutecimiento en el que se sumerge el pueblo con el abuso en el consumo de bebidas alcohólicas en las numerosas festividades anuales para huir de sí mismos, y en su inconsciencia, caer en el falso infinito de creer encontrarse.

Como todo lo relevante a las actividades humanas, hay demasiados aspectos involucrados en las relaciones que entran en juego para determinar problemáticas y propuestas de solución; uno de estos un tanto irónico es que la mujer mexicana fue parte afianzadora del papel del “macho”; esto quiere decir que la ceguera de su miedo, provocado por los mismos años de abuso ya antes mencionados, la llevó a buscar refugio y protección fuera de sí; siendo lo primero que encontró la figura del “macho” que era fuerte y varonil, la adoptó y fomentó creyendo que estaba segura sin poder percatarse, más temprano que tarde, que el poder carente de ética de ese personaje, se tornaría en su contra y la convertiría en su objeto de abuso cotidiano. Creemos que esto fue propicio para dar inicio a una relación co-dependiente dentro de un círculo vicioso es el que el miedo que ambos padecen de enfrentar su realidad a sí mismos ofusca su visión de la verdad manteniéndolos encerrados en sus falsos infinitos. El autor nos dice: “en un mundo de chingones, de relaciones duras, presididas por la violencia y el recelo, en el que nadie se abre ni se raja y todos quieren chingar, las ideas y el trabajo cuentan poco. Lo único que vale es la hombría, el valor personal, capaz de imponerse.”
Pude verse ahí claramente una malinterpretación del concepto de ‘libre albedrío’ en la cual el mexicano piensa que éste significa: cada quien es libre de hacer lo que quiera, en lugar de entender que en realidad significa: cada quien es libre de creer en lo que hace. Paz hace mención: “El ‘Macho’ es el Gran Chingón. Una palabra resume la agresividad, impasibilidad, invulnerabilidad, uso descarnado de la violencia y demás atributos de ‘macho’: poder. La fuerza, pero desligada de toda noción de orden: el poder arbitrario, la voluntad sin freno y sin cauce.” Vemos la posibilidad de catalogar los fundamentos de este tipo de comportamiento, primero como una enorme falta de ética, en tanto que auto control y cuidado de sí colectivo se convierta en cuidado de todos empezando por uno mismo, sin embargo ésta carencia ética estaría a su vez fundamentada en el estado de minoría de edad intelectual del pueblo que no le permite tomar plena consciencia y responsabilidad de sí.
No hay que olvidar que la reflexión del Nobel mexicano antes citado fue hecha hace casi sesenta años y aún así en varios puntos sigue siendo bastante acertada; hoy en día notamos como lo antes expuesto acerca de la actitud del “macho” y del “chingón” se manifiesta ampliamente en el hambre de poder de los profesionales en los negocios públicos de nuestro país, los cuales en su gran mayoría no merecen ser llamados políticos, que encerrados en una caverna de inseguridades, egoísmo e indiferencia, no logran comprender que deberían estar desempeñando una labor pública enfocada al desarrollo de nuestra sociedad por medio de fomentar el proceso de asenso ascético que permita al pueblo salir de la oscura caverna a recibir la luz solar y así aspirar a una actitud que tienda hacia la búsqueda de la Idea del Bien. El pueblo mexicano (nos referimos a todos los mexicanos) ha empezado a hablar de querer un cambio desde hace algunos años; sin embargo como están dentro de la caverna, primero no se dan cuenta de que están ahí dentro, después creen que alguien debe tarde o temprano inventar un remedio mágico que solucionará todos los problemas del país, también creen que ellos actuando siempre de la misma forma van a obtener, por alguna razón no conocida o tal vez por obra del Espíritu Santo, resultados diferentes a los pasados, y finalmente no poseen el conocimiento que le ha brindado la historia a sociedades más viejas y maduras que la nuestra, las cuales saben que para que se dé un cambio como el que gran parte del pueblo espera, es necesario una experiencia límite, un golpe en exceso fuerte que nos haga rompernos y tocar fondo para autodestruirnos y así poder renacer más fuertes. Cabe destacar que en realidad, a pesar de que digan lo contrario, nadie quiere dicho cambio puesto que implica un gran esfuerzo en conjunto, unidos como país, el cual nadie está dispuesto a realizar; dentro de nuestra caverna nos gusta gritar, pero de ella no nos interesa escapar, con nuestra gran carencia de humildad, no lograremos a la necedad erradicar, y si no abandonamos el hambre de poder, nunca introduciremos el hambre de crecer y aprender.
Podemos concluir, a pesar de la brevedad y poca profundidad de este texto, que es la falta, de la deseada por Platón, capacidad del pueblo de tener una visión panóptica acerca de su entorno lo que mantiene al mexicano en la caverna del “chingón”; éste ve su realidad de una manera muy estrecha la cual lo lleva a creer que no respetando las reglas, a los demás y a sí mismo, es mejor, más inteligente y más capaz que los demás. Es por esto que siempre cae en el falso infinito de poner su felicidad como una recompensa a su esfuerzo, en lugar de darse cuenta que la felicidad es inherente al esfuerzo realizado; sufre una escisión entre su ‘yo’ intelectual emocional y su ‘yo’ intelectual laboral, en tanto que se sienten ajenos al lugar que ocupan en la sociedad, lo desprecian y lo ridiculizan porque sienten que no es parte ellos, por el simple hecho de realizar un papel que es necesario para el funcionamiento de la sociedad, creen que están sometidos y buscan entonces ser ellos en su yo intelectual emocional, lo que comúnmente llaman su yo de verdad (el que va a fiestas, se emborracha, y es “libre”). He aquí el quid de la caverna del mexicano, se desvalorizan a sí mismos en la función que desempeñan debido a sus inseguridades, deviniendo esto en una falsa búsqueda de progreso que los lleva a creer que obtienen éste último esforzándose menos que el que está al lado, haciendo lo mismo pero más fácil, convirtiéndose en un país de “chingones”. Cabe hacer la salvedad que a diferencia de la caverna expuesta primero, en ésta los prisioneros en lugar de estar encadenados viendo sombras, están picando piedra sin saber por qué, siguiendo el mandato de un vecino del norte que nos ‘regala’ sus sobras y nosotros felices nos las comemos.
Bibliografía
Platón, República, tr. Conrado Eggers Lan, Madrid, GREDOS, 502pp.
Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad, México, FCE, 351pp.

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